Analogía desordenada
Íntimamente te digo…
La única manera que tiene una persona para ser un político honrado es no llegar nunca a la política.
Normalmente en mi sección, si es que alguna vez tuve una, suelo escribir sobre política, corrupción, drama social… pero esta vez no. Y no es por falta de temas, tenemos a Esperanza Aguirre o Rita Barberá negando a la mayor su implicación o conocimiento sobre algo que no sea estrictamente legal, pero no me preocupa no hablar de ellos este mes porque los antecedentes me demuestran que en lo que respecta a esto, cada mes supera al anterior. Tampoco voy a hablar de San Valentín, aunque por fechas y sentimientos me queda bastante cerca, ese día en el que los enamorados recuerdan que se quieren y vacían las grandes superficies para presumir y reforzar con sus regalos su amor por las calles y sobre todo por las redes sociales. ¿Quién no se ha encontrado estos días en Facebook un “con el mejor novio del mundo” o “con el chico más atento”? Efímera realidad con olor a flores cutres y envuelta perfectamente por profesionales del Corte Inglés.
Así que voy a hablar de cuando te vea. Posiblemente no sea agradable, pero si los dos conservamos la vista es algo que puede pasar. Hace tiempo ya que dejaste de ser mi niña para ser la mujer de otro. Cuando te vea, cuando nos veamos, posiblemente nos reconozcamos pero ya no nos conozcamos, seremos dos absolutos desconocidos que hace no tanto a oscuras sabíamos perfectamente donde tenía el otro los lunares. ¿Qué te pasó? ¿Qué me pasó? ¿Qué nos pasó? ¿En qué momento la rutina se comió la pasión? ¿En qué momento dejamos de echarnos de menos para echar de más? (Y es un más de cuanto más lejos mejor.) ¿En qué me momento me empezó a importar más como se sentiría tu familia al enterarse que tú misma? Esa familia postiza que en conjunto me trató siempre de la misma manera, siempre bien, bastante más de lo que puedo decir de ti, alocada niña de juguetes rotos.
Cuánto nos exigimos dándonoslo todo, la vida ya nos exige demasiado cada día. Jornada a jornada se nos pone a prueba de un modo u otro, todos esperan más y más, y lo que no esperan ni dan más les valdría morirse porque ya no están viviendo. Muchas cosas pasan por mi cabeza, mientras mis manos se mueven con velocidad para no perder ninguna idea y el café se enfría y la noche cae sobre el césped, sobre nuestro césped, ese en el que ya no saldrá el sol. Muchos entenderán algo, algunos lo entenderán a medias y la gran mayoría no entenderá nada pero para todos los que crean en príncipes azules y en cupido, les recuerdo que ese capullo en pañales, aunque tire flechas de amor, son flechas al fin y al cabo.
Espero recordar todo esto y tenerlo presente cuando te vea, ya que si todas las historias de amor terminasen bien, ni serían historias ni serían de amor. Sólo las cosas que podemos perder son las que merecen la pena conservar, deberíamos focalizar nuestros esfuerzos en aprovechar al máximo cada fracción de tiempo y hacer que los segundos perdidos sean horas aprovechadas. Porque seas como seas y hagas lo que hagas en el momento menos oportuno y generalmente sin avisar, de un lado u otro llega un ZAS que lo cambia todo.