Desde dentro

Camino hacia el despertar

“Toda existencia es insatisfactoria, nada es felicidad completa.

El origen del sufrimiento es el apego, la sed, el deseo.

El sufrimiento puede extinguirse, extinguiendo su causa.

Para extinguir la causa del sufrimiento, debemos seguir el noble camino óctuple.”

He aquí las cuatro nobles verdades, esencial enseñanza de Siddharta Gautama, Buda y fundador del budismo. Estas verdades conforman los cimientos, el techo y las paredes de la casa. Para muchos las plegarias, ritos religiosos, mantras y otras tradiciones tienen una importancia relativa no esencial en el camino hacia la iluminación, sino complementaria a estas verdades.

Huella de Buda, Siglo I, Gandhara. Templo ZenYouMitsu, Tokio.

Huella de Buda (S. I), Gandhara.

Como vehículo de la transmisión del conocimiento, el arte supuso una forma de recordar las enseñanzas y la historia de Buda. Las primeras manifestaciones claras de arte budista se han encontrado al norte de la India, Nepal y Pakistán. Conforman la llamada etapa preicónica, donde Siddharta nunca era representado antropomórficamente sino a través de símbolos. Esta restricción parece tener su origen en un sermón del propio Siddharta donde no quería que su cuerpo se convirtiera en un icono, pero también se ha incidido en esta forma de representación para profundizar en el aspecto metafísico de su existencia más allá de la vida terrenal.

En la Huella de Buda, encontramos un bajo relieve que incluye algunos de los principales símbolos. La propia huella del pie de Buda simboliza el peso de sus enseñanzas, su impacto en el mundo. En su interior encontramos la rueda del dharma, que recuerda las cuatro nobles verdades. Otros símbolos habituales son la flor de loto, que simboliza al propio Siddharta o el árbol bodhi, bajo el cual meditó hasta alcanzar la iluminación.

Buda en ayuno. Museo de Lahore, Pakistán

Buda en ayuno. Museo de Lahore, Pakistán.

La siguiente etapa viene marcada por la exposición a la cultura griega durante las conquistas de Alejandro Magno. Esto llevó al nacimiento de un arte greco-budista, tomando el concepto del Hombre-Dios, como en las representaciones de la mitología griega. Finaliza entonces la restricción de la representación antropomórfica de Buda, y surgen dos escuelas: La Gandhara en Pakistán y Mathura al norte de la India. Una forma de distinguirlas de forma rápida es atendiendo al pelo de Buda, ya que la Ghandara sigue la tradición griega y en las esculturas se ven los cabellos ondulados, mientras que en la Mathura encontramos la cabellera formada por un conjunto de espirales circulares en relieve, más semejante a las estatuillas a las que hoy en día acostumbramos a ver. Paradójicamente en la historia de Buda un hito fue el cortarse el pelo largo, símbolo de la nobleza de la época. Por este motivo muchos se cuestionan el porqué de su representación con pelo largo incluyendo lo que se asemeja a un moño. Con la llegada de Alejandro Magno Buda comenzó a asemejarse al dios Apolo, existiendo varias teorías que explican esta necesidad. También se le fueron añadiendo hasta treinta y seis atributos incluyendo a protuberancia en la cabeza que forma su pelo recogido o un pináculo como el buda tailandés. Lo único seguro es que se tiene constancia de una norma impuesta para los monjes de la época de afeitarse al menos una vez cada dos meses para que el tamaño del pelo no supere los dos dedos de longitud.

Estatua de Hotei,Templo Paochueh. Taiwán

Estatua de Hotei,Templo Paochueh. Taiwán.

Tras este período, a medida que la religión budista se va extendiendo, el arte se fundirá con elementos de culturas que le rodean como el hinduismo o el sintoísmo en Japón. Cabe destacar la aparición de un símbolo que impregna bazares en nuestros días, El buda Sonriente Hotei. Este personaje se representa como un Buda gordo y es confundido de manera sistemática en occidente con el Buda Siddharta, fundador del budismo. El que se ha convertido en un caricaturizado personaje se trataba de un excéntrico monje zen que según las tradiciones era un hombre amoroso, de buen carácter, que propiciaba la felicidad y la abundancia. En la mitología china, su gran barriga era una alegoría del gran corazón que poseía, pero a pesar de su bondad, nunca llegó a alcanzar el nirvana.

Podemos comparar la representación del buda Hotei con el Buda en Ayuno, y el contraste es espectacular. El buda es mucho menos conocido y representa los cuarenta y nueve días que Siddharta estuvo junto a los monjes ascetas tras su escape del mundo de la realeza que conocía. En esta experiencia de privación de alimento estuvo al borde de la muerte hasta que una campesina le alimentó con arroz, entonces decidió tomar otro camino para alcanzar el conocimiento. Esta escultura se encontraría dentro del arte greco-budista antes mencionado. Invito al lector a fijarse en su pelo para situarlo en una de las escuelas.

Dejando atrás estas figuras históricas, es importante incluir una obra más reciente que a pesar de no ser realizada por la comunidad budista, esta se vio afectada de manera directa. La obra en cuestión le llevó al fotógrafo Malcom Browne a ganar el premio Pulitzer en 1963. Se trata de la fotografía el monje budista quemándose. En ella se ve en la posición de meditación de flor de loto al monje vietnamita Thich Quang Duc ardiendo en llamas. Esto supuso una forma de manifestación en contra del régimen del gobierno de Ngo Dinh Diem, quien apoyaba durante la guerra de Vietnam la intrusión del ejército de los Estados unidos. En palabras del presidente Kennedy “Ninguna otra fotografía en la historia de la prensa ha generado tanta conmoción en el mundo como esta”. Para la comunidad Budista este acto fue tomado como un símbolo de su compasión y lo llevó a ser honrado como bodhisattva, título que ostentan aquellos que tras la muerte permanecen antes de llegar al nirvana en ese estado de tránsito buscando la salvación o iluminación colectiva, comprometiéndose a reducir el sufrimiento de los otros.

El monje ardiendo, Fotografía tomada por Malcom Browne (1963)

El monje ardiendo. Fotografía tomada por Malcom Browne (1963).

Actos como este ponen de manifiesto el poder de la mente humana, ya que durante la combustión de su cuerpo el monje permaneció inmóvil. En los últimos años muchas personas han viajado al Tíbet o se han implicado en la práctica de meditación y el retiro espiritual para buscar el conocimiento de sí mismos. Psicólogos y otros especialistas del comportamiento humano están estudiando las prácticas milenarias de meditación y ha surgido el Mindfulness y el budismo secular como una forma de mejorar la calidad de vida, de evitar los engaños que nuestra mente nos hace y alcanzar esa iluminación de la que Siddharta hablaba de manera laica. El periodista de la universidad de Princeton Robert Wright, investiga sobre el evolucionismo y el budismo, cómo se relacionan el diagnóstico y la prescripción de la enfermedad del espíritu con estudios de la psicología moderna. Los resultados son sorprendentes, ya que muchos de los sutras o discursos que Buda transmitía a sus discípulos hace más de 2500 años van de la mano con experimentos realizados en las últimas décadas.

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