Entrevista a… Iván Prieto
Iván Prieto ha creado un universo bello y fascinante plagado de personajes que se debaten entre lo figurativo y lo caricaturesco, entre lo simbólico y el freak show, entre la mitología y lo mundano, entre el color más intenso y la palidez absoluta; que sienten y padecen sensaciones muy reales. Este escultor procedente de O Barco de Valdeorras (Ourense) y afincado en Berlín desde hace más de tres años, nos habla de su impactante trabajo al que sin lugar a dudas él mismo califica como “una familia”.
-¿Cómo surgió tu unión con la expresión plástica?
-Desde muy pequeño sentía la necesidad de dibujar de una manera natural y era una tarea que se me daba bien. Más adelante, en la adolescencia la necesidad se acentuó mucho más porque la expresión plástica era un reflejo de mis preocupaciones, inquietudes y pensamientos en una etapa de la vida un tanto complicada. Era una manera de entender la vida.
-¿Encuentras inspiración en diferentes disciplinas artísticas, como cine, música, poesía o la encuentras en las vivencias del día a día?
-Creo que encuentro inspiración en todas, siempre estoy abierto a lo que me rodea. Durante un tiempo me fascinaban directores como David Lynch y quería llevar a mis instalaciones un enfoque de estancia cinematográfica o teatral, trabajando el espacio y la composición de los personajes como si fuera un fotograma. Kafka me interesaba muchísimo también con su extrañeza y su narración visual. Me evocaba imágenes muy claras. Las vivencias siempre están ahí, pues la mayoría de mis esculturas son un reflejo de mis emociones que se manifiestan en el transcurso del vivir. Muchas veces la información está en mí y me doy cuenta de que son como autorretratos.
La prensa, la moda, objetos que caen en mis manos y las personas que me rodean son también mi fuente de inspiración.
-¿El realismo en las caras de tus obras tiene que ver con intentar que el espectador se vea reflejado más fuertemente en lo que trata de contar la figura?
-El realismo de las caras es por una cuestión de credibilidad y dar vida a los personajes. La extrañeza y lo misterioso es una parte importante en la obra y me interesa crear esta sensación con elementos más abstractos, blandos u orgánicos. Con la referencia de un rostro más real la escultura se torna posible y creíble. No creo que haga personajes fantásticos, creo que son humanos que nos podríamos encontrar en la calle en nuestro día a día. Por otro lado me interesa incluir rostros de amigos, conocidos, gente querida; que pueda plasmar dentro de mis personajes.
-Muchas de tus obras parecen estar vinculadas a los conceptos de la vulnerabilidad, la inocencia, el juego y la teatralidad. ¿Estos conceptos aparecen de un modo consciente en tu obra?
-La verdad es que mi trabajo se centra principalmente en la intuición. Muchas veces no hay un pensamiento previo o una intención conceptual, es un interés en descubrir formas. El modelado me permite adherir elementos, cortar y pegar, aplastar y direccionar el material blando. En esos momentos sólo hay intuición y búsqueda de una forma bella. Es a posteriori cuando empiezo a configurar el significado y la escultura me aporta un conocimiento que está ahí en nuestro subconsciente. La forma hace posible articular ese pensamiento. Luego soy consciente de cómo algunos elementos y posturas se repiten y me doy cuenta de que plasmo mis intereses, emociones más puras, que creo que empatizan con las de todos, ya que al final se trata de características que están en todos los humanos.
-A finales del 2015 organizaste en Santiago de Compostela una exposición bajo el nombre de Esmagoados, en referencia a la carga que muchos de tus personajes llevan sobre sus cabezas y que les aplasta. ¿Podrías decir qué representan estas formas que se posan en lo alto de ellos?
-Con el nombre Esmagoados quería jugar un poco a crear un término a partir de palabras extraídas del gallego. Por un lado está la acción de esmagar (aplastar) y mágoa (pena). Todos estos personajes portan formas blandas que se asientan en sus cabezas por presión. Es en la cabeza donde se originan los pensamientos y estas cargas están asociadas a la pena, que en definitiva se entiende como “un pesar”. Todos portamos una carga, un dolor, un miedo, un pesar en nuestro interior y estas cargas se manifiestan en el cuerpo, principalmente cabeza, pero también en el pecho, cuello, extremidades, que imposibilitan el movimiento.
-Cuando tus esculturas se visten con los disfraces de animales, ya sea conejo, gato o cerdo, ¿se puede decir que están libres de esa carga que aplasta?
-En mis esculturas toco muchos temas, y quizás en el tema del disfraz no hay tanto un interés en las cargas sino más bien en las diferentes identidades del ser humano a la hora de enfrentarse a la vida. Creo que el ser humano está lleno de contradicciones y muestra diferentes caras en diferentes situaciones, de ahí que en cada momento nos enfundamos un disfraz. Unas veces podemos ser conejitos, otras cerdo, otras gato… con todas las características que revelan nuestra parte animal.
-El gesto reflexivo o relajado de tus personajes, a veces incluso con los ojos cerrados, deja intuir una necesidad de evasión. ¿Ansían ellos otra realidad o aceptan el mundo que les rodea?
-Creo que están en el camino de la aceptación. Los personajes son como son y así tratan de mostrarse al espectador, con sus carencias, fragilidad y desequilibrio. No se ocultan, por lo tanto creo que se aceptan a pesar de que la realidad que les rodea y la suya propia no sea la más satisfactoria. Supongo que asumen sus imperfecciones
-En el pasado para mostrar algunas de tus obras has optado por crear instalaciones donde se puede notar gran interés en la escenificación. En ellas tus esculturas son parte de representaciones casi costumbristas, haciendo al visitante observador de unas vidas con las que comparten cosas en común pero con anatomías y ropas singulares. ¿Estas instalaciones respondían a una necesidad de contar historias? ¿Cuánto del mundo corriente y de un mundo autónomo, separado de la realidad, ha habido en tus obras?
-Así es. Cuando realizaba instalaciones de personajes en estancias había una necesidad de contar historias más complejas. La escultura por sí sola como objeto no me bastaba y el contexto era muy importante para aportar más registros a la obra. Así no sólo hablaban los personajes, también lo hacían muebles y el simbolismo del papel de la pared, así como fotos que hacían referencia a otras obras. Todo ello configuraba una nueva realidad cercana a la realidad. Quizás a medio camino entre lo onírico y lo teatral. Era como congelar un instante, un momento de pura normalidad y cotidianidad pero que escondía algo más. Algo estaba pasando detrás de bambalinas, pero el espectador no sabía muy bien el qué. A veces en lo cotidiano encontramos algo perturbador que viene dado no por las acciones, más bien por la atmósfera que se respira en la estancia, y eso era lo que quería crear, algo que extrañase e hiciese detenerse a pensar al espectador.
-¿Crees que cambiar tu espacio de trabajo habitual por uno nuevo, como cuando comenzaste tu vida en Berlín, marcó un nuevo punto de partida para ti como artista y persona, favoreciendo una evolución hacia nuevas visiones artísticas, técnicas y maneras de pensar? ¿Cuán importante consideras que es para un artista el hacer vida fuera de su ciudad natal?
-Por supuesto el hecho de cambiar de entorno por uno diferente y empezar una nueva vida ha contribuido a que mi obra haya ido evolucionando de una manera u otra (para bien o para mal). No sé si es un nuevo punto de partida, pero si me ha dado una mayor libertad y apertura de puntos de vista. La palabra arte se ha hecho más grande y cualquier cosa es posible sin necesidad de ser encasillada dentro de unas premisas establecidas que determinan qué es bueno o no. Ahora hago más lo que verdaderamente siento. Vivir en otro país también te aporta nuevas experiencias y no siempre agradables, y eso es lo que te hace crecer y también puede aparecer reflejado en tu obra. Es recomendable hasta cierto punto hacer vida en otros países ya que conocer otras realidades amplía tu campo de visión de cómo funciona el mundo, y esta experiencia vital no se encuentra navegando en internet desde el confort de tu hogar. Pero creo que no es una premisa para ser un buen artista… Es más, lo que daría yo por estar en Galicia tranquilamente en vez de estar peleándome día a día con el camaleónico Berlín.
-¿Podremos ver tus obras en otros puntos de la geografía española en un futuro cercano? ¿Y en nuevos puntos del extranjero?
-Pues en España para este año probablemente estaré en A Coruña, con mi proyecto Icarus. Y este mes estoy en Mannheim, al sur de Alemania en la galería Kunsprojekte con In Humane y para verano me espera otra muestra en Berlín en la galería Heike Arndt.