Reencarnación animada

Una de las pocas ventajas de haber nacido a finales de los 80 es haber tenido el privilegio de observar el renacimiento de la industria de las caricaturas en la televisión, todo esto mientras apreciaba las obras de aquellos que antecedieron al boom de los 90 en la época dorada de los 40 y los 50.

Es obvio que mi mente infantil no estaba capacitada para apreciar realmente como, los mismos productores de Los Picapiedra y Los Supersónicos, asistían al nacimiento de shows que moldearían el estilo y los estándares de la animación occidental, pero me atrevo a afirmar que, ya que era parte de la demográfica de estos shows, puedo hacer uso de la tan vulgarmente explotada nostalgia para resucitar la emoción que estas caricaturas causaron en la juventud de los noventa.

Todo el proceso de reanimación creativa que catapultó a Cartoon Network de nuevo al salón de la fama del entretenimiento, surgió gracias a la arriesgada proposición del visionario de la animación Fred Seibert, presidente de Hanna-Barbera Cartoons desde el año 92.

El productor creativo ya cargaba con dos exitosas series de animación: Dos perros tontos y SWAT Kats, cuando decidió proponer un proyecto a su cadena, el cual constaría de 48 cortos de animación originales con probabilidades iguales de triunfar o fracasar; llamaría a esta serie What a Cartoon!

El formato que usaron de guía para los episodios de ese experimento era uno sin precedentes para la época. Cada corto de la serie sería producido enteramente por los caricaturistas sin intervención ejecutiva alguna, la duración sería de los 7 minutos estándar usados en los segmentos de los Looney Toons y cada corto sería independiente de los demás.

La creación de este proyecto, cuyo presupuesto era el doble de una serie normal, contó con la participación de animadores, productores y músicos de diversas nacionalidades y estilos. Gracias a esta colaboración, la juventud de los 90 pudo disfrutar de series tan emblemáticas como El laboratorio de Dexter, Las Supernenas, Johnny Bravo, Soy la Comadreja, Vaca y Pollo, Las macabras aventuras de Billy y Mandy, Código: KND, Ed, Edd y Eddy, etc.  Y de muchos otros cortos que tal vez no pudieron ingresar en programas semanales, pero dieron a conocer el talento de sus creadores, como por ejemplo Mina y el conde de Rob Renzetti, el cual pasaría a crear el show Mi vida de robot adolescente y a trabajar en el popular show de Disney Channel Gravity Falls; sería el mismo caso para Butch Hartman, creador de Los padrinos mágicos y Danny phantom y para Seth Macfarlane, creador, doblador y productor de Family Guy.

Proyectos como este pavimentaron el camino que habrían de seguir shows como The regular show, Hora de aventuras, Bravest Warriors, Bee and Puppycat y muchos otros; demostrando que dando rienda suelta a la creatividad y contando con la dedicación de los artistas, se puede cambiar la industria y dar cabida a diferentes visiones y fantasías.

Un proyecto arriesgado, un grupo de personas muy creativas y la dirección experimentada de un visionario permitieron que Cartoon Network entrara con nuevos aires a la competencia del entretenimiento infantil junto con Nickelodeon y Disney Channel, y dieron nuevas y poderosas herramientas de negociación a los creadores, dibujantes y músicos que se involucraron en el proyecto, logrando así que una generación nueva viviera una nueva “Era Dorada” de la animación y se viera expuesta a nuevos y mejorados estándares de creación y libertad creativa.

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