Entrevista a… Juan Carlos Batista
El artista tinerfeño Juan Carlos Batista acaba de inaugurar en Tenerife Espacio de las Artes (TEA) su nueva exposición multidisciplinar que lleva el nombre de Realidad casi humo. En ella el visitante es transportado a una distopía que es más real de lo que parece, narrada con un estilo absolutamente personal. La naturaleza, la guerra y la masculinidad se entrelazan junto a elementos orgánicos pero también pop, cobrando un sentido mucho más desgarrador, impactante y atractivo de lo que estamos acostumbrados a ver. Su ácida y a la vez sutil crítica sobre asuntos de carácter social y medioambiental no puede sino remover nuestras conciencias, algo que con gusto aceptamos.
-¿Qué fue lo que despertó interés en ti por la creación artística?
-Ha pasado mucho tiempo pero creo que en aquel entonces no tuve ningún tipo de revelación. Unos pequeños episodios concatenados como el hecho de ponerme a tallar por una apuesta una pipa por primera vez y la idea premonitoria que tenía de que me iba a salir bien. Ciertas cosas de la historia del arte que por entonces sabía las fui introduciendo como temas para mis cachimbas. El siguiente paso fueron los palos de ciego que supuso meterme a hacer escultura sin tener ni remota idea, con los correspondientes y previsibles resultados. Cierta capacidad crítica consiguió redimirme y reubicarme en el mundo. Después, en 1990, viví un año en New York y todavía arrastro “secuelas” vinculadas con lo que aprendí.
-Te mueves con total libertad entre diferentes disciplinas artísticas. La escultura, el fotomontaje digital, el dibujo… ¿Has sido un apasionado de todas desde el principio o has ido encontrando un lenguaje propio en cada una de ellas a lo largo de diferentes etapas?
-Con tanta libertad no me muevo. Es cierto que con el fotomontaje digital cada vez estoy más cómodo, pero también es verdad que al principio caí en la trampa, algo narcisista, de equiparar horas de trabajo con calidad; y claro, en muchas ocasiones caí de bruces. La escultura es otra cosa: me gusta la talla de madera, la talla directa, el ensamblaje de objetos encontrados, las piezas que son un compendio de todo (modelado, talla, ready made, etc). Con el dibujo tengo una lucha interna, porque es verdad que antes dibujaba con más asiduidad; pero en la actualidad, entre el dibujo digital “artesanal” que empleo para mis fotografías y el complejo que me provoca la presencia cercana de los de mi amigo Julio Blancas, solo consigo postergar una serie de dibujos de gran formato que tengo en la cabeza… En fin, un día de estos le voy a dar una sorpresa a Blancas.
-¿Opinas que la labor más importante del artista es reflexionar y cuestionar las situaciones que transcurren en los tiempos en los que vive?
-Me desagrada bastante el tema del arte excluyente, es decir, todo lo que “no esté vinculado con un arte de crítica social no me interesa”. “El arte será convulso o no será”. Me gusta mucho Haneke pero también Woody Allen y Billy Wilder. Si el arte que tuviera más visibilidad fuera el arte político, más o menos explícito, ya te adelanto que sería un coñazo. Cualquier tipo de arte se defiende por su calidad, esté dentro de los parámetros de las modas que impone el mercado o no.
Dicho esto, reconozco en mi obra unas temáticas que se repiten y que,en muchas ocasiones están vinculadas con lo social o con aspectos extremos de la naturaleza humana. Obviamente esto no es garantía de nada. Creo que hay que tener mucho tiento cuando el trabajo orbita alrededor de lo que Fernando Castro Flores denomina retóricas de lo truculento. Por esta misma línea saco a colación a Walter Benjamin cuando acuñó el término en alemán “grübler” para referirse a Baudelaire como un creador con una propensión a la reflexión sombría y al espíritu melancólico. Aunque en mi trabajo hay aristas con visos humorísticos, la mayor de las veces de manera inconsciente, creo que puedo entrar en el club de los “grübler” (mientras no me exijan saber alemán, claro).
Por otra parte, está bien que la obra genere interrogantes, que suscite ciertos conflictos dialécticos, que en un momento dado se tensen los discursos entre los implicados (espacio, público y autor); y también sirve, mientras la calidad de la propuesta esté solventada, para testar la salud de nuestras democracias y la libertad de expresión por extensión.
–Son características la ambigüedad y la descontextualización, tanto de objetos como de personajes en tus piezas, creando asombro en quien las mira de cerca y trata de averiguar un significado a través de su, en ocasiones, críptico lenguaje. ¿Crees que su impactante juego visual ayuda al espectador a captar mejor su contenido?
-Lo alegórico está muy presente en mi obra, retomando de nuevo a Walter Benjamin que afirma que lo alegórico en el montaje o en collage está asociado a la apropiación, a la fragmentación, al vaciamiento de sentido o descontextualización de la que tú hablas y a la yuxtaposición y asociación que se crean entre los fragmentos.
Está claro que en los híbridos (la serie se titula El animal sublimado) hay un recurso de extrañamiento, unas asociaciones escurridizas que tratan de saltarse lo previsible. Un algo retiniano que te hace ganar tiempo frente al espectador para que cuando se descubra tratando de resolver esa dualidad entre lo bélico y lo animal sea “demasiado tarde”.
Hay instalaciones “bidimensionales” que despliegan un juego óptico donde el recorrido del espectador, mientras se acerca, va transformando la obra con su mirada. Si bien es verdad que este recurso óptico ha sido empleado anteriormente en el arte, quiero pensar que he aportado una perspectiva diferente.
-La imagen de lo viril aparece ligada en algunas de tus obras a la imaginería armamentística, a objetos considerados clásicamente masculinos, al ocio enfocado al hombre e incluso puede llegar a conformar lo que a primeras parece una fantástica y monstruosa columna de humo, entre otras figuras. ¿Crees que el gusto por la destrucción es algo intrínseco a algunos hombres, o es algo que la cultura de género a lo largo de la historia les ha empujado a aceptar como propio? ¿Es posible cambiar este esquema de la masculinidad?
-Hace tiempo que lo viril lo asocio al poder pero también a la decadencia, a la decadencia del patriarcado. Lo veo a mi alrededor, lo veo en mí y en los tíos que tienen más o menos mi edad, estamos absolutamente perdidos. Ya no te digo la infinidad de jóvenes acomodados en la cultura del reguetón, acaso la música más misógina que he oído jamás. Esa frase de Cristina Almeida de que el hombre está buscando a una mujer que está desapareciendo y que la mujer está buscando a un hombre que todavía no ha llegado define muy bien este “gran desencuentro”. En muchas obras por defecto o por omisión, deposito la última y pequeña esperanza en que la mujer cambie el rumbo de la deriva planetaria que llevamos. De forma esquemática el marxismo señala que para cambiar al hombre y a la mujer habría que cambiar primero a la sociedad, pero mientras esperamos por esa sociedad ideal ya podríamos adelantar algo de trabajo.
-¿El uso de los soldados de juguete en tu obra apunta al adoctrinamiento castrense y a la familiarización con la guerra en el varón desde la infancia? ¿Cómo surgió la idea de integrar y alterar juguetes en tus piezas?
-Por supuesto, el tema del juguete lo incluyo en lo que podemos llamar La fascinación por la estética de la guerra. Desde el cine, revistas especializadas, maquetistas, soldaditos de juguetes, etc.; siempre nos han vendido lo bélico adornado de rutilantes falacias que solo las descubres cuando estas aterrorizado en medio del combate. Al final lo que intentas es subvertir y desmitificar toda esa iconografía belicista destinada a la infancia, que es donde se fijan y legitiman conceptos, que años más tarde nada tienen que ver con la realidad.
-En tus trabajos se percibe un paralelismo entre la naturaleza y la guerra. ¿Es una manera de alertar sobre el efecto que los conflictos bélicos llegan a tener sobre el ecosistema, o es un intento de ilustrar que amargamente no podemos hacer más que resignarnos a aceptar esta realidad, en la que la guerra forma parte de la naturaleza de los seres vivos?
-Está claro que la guerra forma parte de la naturaleza humana y según tengo entendido también de algunos primates, pero eso no es óbice para rechazarla de plano.
Uno se declara antibelicista, puesto que uno pertenece a la ciudadanía y no olvidemos que en las guerras recientes es la población civil la que más bajas sufre (del 60 al 70 por ciento) y uno trata de protegerse amparándose en una democracia que tenga verdadero poder de decisión y uno desea que entre todos los ciudadanos podamos rechazar y repudiar cualquier aventura militar que solo obedece a oscuros intereses económicos. Si por nuestra posición estratégica estamos en “el lado bueno” y aparentemente seguro siempre nos quedará la empatía y la solidaridad para ponerse en el pellejo del que es masacrado.
También y para no parecer ingenuo, nos queda la contingencia de una agresión militar de la que tenemos que protegernos y defendernos. La guerra civil española ilustra perfectamente este ejemplo. Y te lo dice alguien que se siente heredero de la derrota.
Lo bélico siempre está por encima de la naturaleza, del arte y de la vida. Siempre es una imposición, que es por cierto el título (Imposición, 2016) de una de la esculturas de gran formato que se pueden ver en la exposición.
-Lo traumático de la guerra, sus monstruos y cómo afectan a lo que tocan son algunos temas que componen tu obra. ¿Existen otros temas que te inquieten y te despierten interés para ser plasmados en tus futuras piezas?
-Todo el tema del deporte y las similitudes que tiene con la guerra no son más que un vano intento de buscar un sucedáneo para aplacar el espíritu belicoso de los hombres. Hay una pieza en la exposición que es un futbolista construido con bombas de la primera guerra mundial. El título es tan explícito que casi te puedes ahorrar verla: La negación del yo o la apología del éxito, 2014. El héroe en la batalla sacrifica su yo, su vida en aras de una victoria. En el deporte la victoria está asociada al éxito y al dinero. Me gusta el fútbol pero detesto el indecente negocio que hay a su alrededor. La guerra no le gusta a nadie salvo a los que hacen del terror y la muerte el gran negocio.
Para dejar constancia de otro tipo de registro te diré que la última escultura que he terminado hace algunos días trata sobre la figura de Benito Pérez Galdós y se titula Aption man, que es al fin y al cabo la vindicación de su literatura que todo el mundo conoce pero que muy pocos leen. El gran Rafael Chirbes me ayudó de alguna manera a urdir esta pieza al leerle en una entrevista la admiración que sentía por Galdós y cómo recomendaba a los jóvenes escritores su lectura.
-¿Tienes planeado llevar tu exposición Realidad casi humo a otros espacios artísticos a lo largo de este año?
-Estamos negociando llevarla a las Palmas de Gran Canaria y también hay muchas posibilidades de llevar parte de la muestra a la península.
Realidad casi humo podrá ser visitada desde el 17 de marzo hasta el 22 de mayo en Tenerife Espacio de las Artes TEA.