El rincón del historiador del arte: El fantástico reino de Mister Anderson

Por Victoria Fuentes Soto

“Tengo una forma [determinada] de rodar las cosas, representarlas y diseñar sets. Hubo momentos en los que pensé en cambiar mi enfoque, pero de hecho, esto es lo que me gusta. Esto es como si fuese mi caligrafía como director y en algún momento creo que tomé la decisión: escribiré con mi propia letra”.

Wes Anderson

Fotograma de The Royal Tenenbaums (2001)

Fotograma de The Royal Tenenbaums (2001).

“Obra maestra”, “Clásico moderno”, “Auténtica maravilla”. Son algunos de los muchos halagos que recibe Wes Anderson por su cine tan personal, original y meticuloso. A pesar de tener que competir con películas que se centran más en los efectos especiales que en su contenido o con reboots de clásicos innecesarios, su películas siempre logran destacar gracias al cariño, estilo y al puro amor al arte que le dedica a sus films, llegando a ser nominado en varias ocasiones a los premios de la Academia, tanto por guión (The Royal Tenenbaums) como por mejor película animada (Fantastic Mr. Fox) y también como mejor director por su último trabajo en The Grand Budapest Hotel.

Nacido y criado en Houston, su pasión por las películas le viene desde pequeño, grabando cortos mudos con una cámara Super8. El haber trabajado en un cine durante sus años universitarios y haber estudiado filosofía, confiere a sus films una sensibilidad y profundidad que no son comunes en el panorama mainstream del cine actual, además de tener un estilo y una paleta de colores fácilmente reconocibles. A pesar de tener solo ocho largometrajes y tres cortos, Anderson ha logrado abrirse paso en el mundillo hollywoodiense, llegando a trabajar con grandes actores como Bill Murray (que aparece en casi todas sus películas menos en Bottle Rocket), Adrien Brody o Gwyneth Paltrow; pero su gran colaborador ha sido el cómico Owen Wilson, con quien ha escrito la mayoría de sus guiones. Familias desequilibradas, amores prohibidos, robos a gran escala o venganza son los temas que Anderson toca en todos sus películas. Mi favorita, The Royal Tenenbaums, engloba completamente la esencia de Wes Anderson. Un hombre obsesionado por la simetría y la perspectiva central -si no en todos- en la mayoría de sus planos (claramente inspirado por el cine de Stanley Kubrick), movimientos de cámara panorámicos, tanto horizontales como verticales y su exquisito uso de la música de las décadas de los 60 y 70. Estas técnicas, a pesar de no ser únicas del cine de Anderson, son características muy suyas, y con el paso de los años más directores y películas intentan imitar este impecable estilo, como es el caso de Me and Earl and the Dying Girl (2015) o Little Miss Sunshine (2006).

Fotograma de Moonrise Kingdom (2012).

Fotograma de Moonrise Kingdom (2012).

Así sea porque te identifiques con el bicho raro que se enamora de su profesora, porque en algún momento quisiste escaparte con tu primer amor y vivir con él en una playa desierta, o sencillamente te sentiste tan cansado de tu familia que desearías haberte ido en un barco por los mares del mundo; los universos explorados, descritos, pintados y presentados por Anderson son espejos cuasi perfectos en los que tú, yo y los demás espectadores nos miramos con la idea de encontrar curiosidad en lo cotidiano, de explorar nuestros sentimientos y emociones por medio del color, de viajar a antaño por medio de acordes y melodías. Son instantes cinematográficos en los que la armonía visual y su meticulosidad te llevan de la mano y te transportan a una nueva dimensión artística. Anderson, visionario del séptimo arte, piedra angular del cine venidero.

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