ARQTCTRA: Refugees welcome
Este verano nos vamos de festival. Este verano se nos brinda la oportunidad de coger en cualquier momento una tienda de campaña y el coche para desaparecer. Tenemos la suerte de poder cambiar nuestro hábitat del día a día para arriesgarnos ante la posibilidad de buscar lugares y experiencias nuevas que las vacaciones nos pueden ofrecer.
El inmovilismo es algo ajeno a nosotros, necesitamos estar activos y en movimiento por la simple condición humana. Es cierto que a veces esa necesidad se nos va debilitando poco a poco y a veces olvidamos ser curiosos de nosotros mismos.
Aprovechemos de verdad ese nomadismo que tenemos al alcance de nuestra mano…
Y ahora pensemos en aquellas personas que, no por gusto, ni por buscar unas experiencias alternativas han de huir del lugar en el que viven. Son personas nómadas a la fuerza, que necesitan un nuevo hábitat, que han de buscarse la vida por conseguir un lugar, un nuevo hogar temporal.
La crisis de los refugiados pasa desapercibida como un anexo en las noticias del día a día. La falta de humanismo y de empatía en la que estamos atrapados la cultura occidental hace que seamos ciegos ante estas situaciones, que no son nuevas, ni desaparecerán pronto.
Seamos capaces de hacerle frente a esto, de acabar con la xenofobia y el odio. Preocupémonos de verdad en los problemas que traerá el cambio climático, posible causante de nuevos refugiados en un futuro no tan lejano.
Desde cualquier profesión o disciplina se puede contribuir a la ayuda comunitaria de estos desastres que, aún a día de hoy y en pleno siglo XXI, siguen persistiendo, en gran parte, debido a nuestra indiferencia.
Architecture for refugees es una plataforma de Open Source, una cooperativa de consulta abierta para mejorar la colaboración entre los refugiados, activistas, profesionales y políticos.
A través de formas de optimización de materiales y sistemas autosuficientes energéticamente, la plataforma se nutre de cualquier usuario que quiera aportar sus conocimientos técnicos.
En realidad, disponemos de las herramientos, el dinero y la mano de obra suficientes para impulsar el proceso de ayuda. Aún así, hace falta más información y accesibilidad para todos para que podamos implicarnos un poco más en esta crisis.
Es esa la arquitectura real de emergencia. Una arquitectura que siempre ha existido y que ha variado muchísimo a lo largo del tiempo. Desde el mito de la Cabaña de Laugier, el padre del Naturalismo, donde explicaba la esencia de la teoría arquitectónica en los años de la Ilustración. De cómo el ser humano puede variar las condiciones de la naturaleza por sí mismo para adaptarse a un entorno con unas condiciones climáticas, como la construcción de una cabaña con unos troncos y unas hojas.
Ahora nos encontramos con problemas reales en los que muchos arquitectos e ingenieros se están involucrando.
Shigeru Ban, un arquitecto galardonado con el ya conocido premio Pritzker, habla del terremoto de 1995 que arrasó Kobe, en Japón. Pensó que los arquitectos dedicaban más tiempo a construir cosas bonitas, lujosas que a ayudar a los más necesitados y afectados por catástrofes naturales o refugiados de guerra. La respuesta de Ban fue dedicarse a la arquitectura de emergencia mezclando experimentación e innovación con el compromiso social.
Shigeru Ban plantea soluciones sencillas, baratas y, sobre todo, útiles que sirvan para aliviar la situación de las personas que necesiten un hogar en un momento de emergencia.
Actualmente colabora con ACNUR, la ONG de los refugiados, pero existen otros grupos y proyectos que también apuestan por esta vía concienciada de la arquitectura como Arquitectos sin Fronteras, Arc Peace, Architecture For Humanity, HIDO, Emergency Architects, Open Architecture Network, Zero Emissions Research & Initiativas, entre otros.
Los campos de refugiados son ciudades nuevas que tenemos que tener en cuenta. Son ciudades efímeras que necesitan una planificación urbanística y social. Son nuevos núcleos urbanos no reconocidos de ciudadanos invisibles y olvidados ante una espera constante. Se constituyen por lo tanto, las nuevas urbes del siglo XXI, la problemática a resolver por nuestra sociedad contemporánea. Ojalá podamos cambiarle el nombre de campo de refugiados a Ciudad viva, la ciudad de la segunda oportunidad.