¿Por qué tengo que seguir viendo tu cara?
Mientras Manuela Carmena vive asediada,
aquí tenemos un ángel y nadie dice nada
De bronce son tus huesos, de hierro tu espada,
y de vergüenza tus alas.
A imagen y semejanza del conquistador castellano fuiste ideada,
firme, serio el rictus, y apoyado en la verdad cristiana.
Las cuarenta primaveras que ostentas se han vuelto en tu contra,
ya que luces igual que las Parcas,
vieja, desnutrida y con olor a deshonra.
Qué pena que la Justicia te ampare,
pues la dueña de la balanza te infiere valor,
valor que justifica tu amarre,
aunque nunca podrás desligarte del dolor.
Unos por otros, y la casa sin barrer,
que si eres el demonio,
que si eres un recuerdo del ayer.
En pieza de museo te intentaste convertir,
pero muchos pensaron que eres un bien civil.
Los vecinos de antaño tuvieron que ver en tu provenir,
y hoy no se duda de que este acto fuera un tanto servil.
A modo de fontana italiana ocupas una fachada,
sin vida y sin agua,
pero todavía dando la bienvenida en la entrada.
Fuiste rebautizada como alegoría de la Victoria,
calmando así la sed del ignorante,
¿a quién va dirigida dicha gloria?
A la reina, a la escritora, o a la mujer del futbolista pedante.
Desafías a la Puerta de Alcalá,
viendo pasar el tiempo,
sin nosotros saber por qué tu mentón hacia el cielo está.
Si Christo literalmente cubrió el Parlamento alemán,
nada me impide hacer lo mismo con tu faz.
Que esto sirva de ademán,
pues a diferencia de ti, yo sí creo en la paz.
Autoridades, artistas y gente implicada,
unid vuestras mentes en honor a la cultura,
y dejad por fin a la dictadura desautorizada.