Helías Doulis
Este joven fotógrafo de 23 años procedente de Grecia nos plantea la precaria y creciente desconexión entre la naturaleza y el hombre, además de abordar el aislamiento existente que puede haber en el individuo por la condición sexual.
Doulis, que actualmente reside y trabaja en Londres, ha vuelto a su tierra mater, más concretamente a Limanakia para llevar a cabo en una esquina costera, rocosa y aislada una sugerente serie fotográfica donde representa la historia de la sirena de Parabyss bajo el título: Parabyss: A Nurtured Nature, donde además de usar dicho recurso mitológico, aborda “la forma en que los homosexuales tienden a aislarse, a fin de vivir en libertad y lejos de la amenaza del ojo público”.
Esta leyenda narra la historia de una sirena que se alimentaba de la carne de los jóvenes accidentados en la orilla o varados por las olas. También cuenta que, además del apetito propiamente dicho, poseía una necesidad carnal que culminaba seduciendo a los visitantes de la isla llevándolos entre los arbustos, metamorfoseada en humana, hasta que una vez saciada, retomaba su forma primigenia y los devoraba.
Parabyss hace pues de vagina terrenal, donde la distopía se ancla a sus rocas y donde asustados chicos buscan refugio sin saber la oscuridad que sus bellas costas oculta y que, a pesar de todo, los dota de la libertad de intimar con otros. Los deseos los reducen a la debilidad, generando un paralelismo con la modernidad de las relaciones humanas que crece en un aspecto metafórico y realista del hombre, el cual no puede evitar la muerte.
Sus modelos, una vez son seleccionados, entran a formar parte de la melancolía propia del fotógrafo, y se refiere a ellos como sus múltiples alter egos. En sus fotografías, los rostros son ocultados pues “cada modelo representa un aspecto diferente de mí mismo. Por lo tanto, cada una de las fotografía es un autorretrato incompleto”.
Esta serie fotográfica refleja la naturaleza humana en un mundo que persigue a sus criaturas a través de la discriminación, convirtiendo a este paraíso en un reducto libre de expresión sexual, lejos de la mirada crítica de la gran ciudad. Una barrera artificial entre el mundo en el que vivimos y en el que queremos vivir. Un sueño, un refugio donde se aceptan en su totalidad, todos los aspectos de la sexualidad y la naturaleza.
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