La muerte es solo el comienzo
En los mares de la última década del mundo audiovisual podrían divisarse claramente dos islotes inconfundibles. Por un lado, estaría la época de vampiros, con películas como Crepúsculo o series en TV como Crónicas vampíricas, ambas basadas en libros. En contraposición a estos relatos de eterna belleza, rostros inmaculados y naturaleza letal; otro sector que destacó fue el de los zombis, proletariado de los inmortales. Pese a encontrarse ambos en ese estado de “no-muerte”, más allá de eso sólo podría añadirse que comparten la fuente de su alimento.
Max Brooks, creador de Guerra Mundial Z, tuvo una idea original cuando se le ocurrió escribir Extinction Parade (El desfile de la destrucción). En este cómic se nos presenta un futuro no muy lejano donde, al igual que en sus otras obras, la humanidad se encuentra en grave peligro por una creciente infección que convierte a las personas en zombis. Hasta aquí podríamos imaginarnos el panorama, pero todo cambia. Los protagonistas de esta saga no serán humanos, sino vampiros.
Testigos de la destrucción de las grandes ciudades y del terror que sufren millones de inocentes, aprovechan para dar rienda suelta a sus instintos y sembrar el caos y la destrucción. Si ya se consideraban superiores, ahora están en su máximo apogeo. Además, no corren peligro ya que, al no estar vivos en el sentido estricto de la palabra, a los ojos de un zombi son inertes. No obstante, este punto de deleite y gula sanguínea no tardará en frenarse por el descubrimiento de una triste realidad sobre su futuro que amenazará su posición privilegiada a lo largo de la historia. Si los seres humanos están convirtiéndose en zombis putrefactos a un ritmo frenético, ¿cuánto tiempo pasará antes de que su preciado alimento se agote? Es en este momento cuando, tras años de vivir como parásitos sin más ambición que la de alimentarse y disfrutar de la vida, deberán decidir qué camino tomar para evitar la extinción de su especie.
Otra obra nacida en un comic que dio una visión diferente a nuestros queridos vampiros fue The Strain (La cepa), creado por Guillermo del Toro. Esta saga recupera temáticas de aventuras y cazavampiros, aunque sitúa el origen de estos seres en una peculiar infección, envolviendo la trama en un velo de ciencia ficción. En ella veremos como un avión llega a la ciudad de Nueva York con todos sus pasajeros aparentemente muertos. Ante el riesgo de que se trate de un agente infeccioso que pueda propagarse, el gobierno contacta con un especialista del centro de control de epidemias, Ephrain Goodweather, quien será el encargado de investigar el incidente. La plaga no tardará en extenderse por la ciudad, y otro de los misterios será encontrar al paciente cero. Esto hará despertar la inquietud del viejo prestamista Abraham Setrakian. Este anciano tratará de contactar con las autoridades para advertir de una catástrofe inminente, pero no tardarán en tacharle de lunático y deshacerse de él. Pero parece conocer demasiados datos sobre las personas que enferman como para ser una simple coincidencia. El éxito del comic hizo que FOX no tardase en desarrollar una adaptación en formato televisivo. Actualmente consta de 3 temporadas y el resultado no decepciona.