LA GENTRIFICACIÓN

Superilles, Nuevo plan para Barcelona, 2016

Superilles, Nuevo plan para Barcelona, 2016.

“Condominios de lujo, tiendas de helados orgánicos, cafés que sirven lattes de soja y tiendas de chocolate de Ecuador y Madagascar, están reemplazando rápidamente tiendas de Todo a 1 euro, tienditas de la esquina y apartamentos de alquiler en el barrio latino de Mission District”, escribe The New York Times para describir la gentrificación.

Este proceso de invadir un lugar históricamente de clase baja a través de in-puts de lo “cool” para convertirlo en un barrio de moda se llama gentrificación. En realidad, detrás de esto hay una fuerte invasión de clases más pudientes, excluyendo y expulsando a esas personas que vivían ahí desde hace varias generaciones. Este proceso se ha dado ya en Malasaña, Lavapiés y Chueca en Madrid; La Barceloneta, El Raval y el Born en Barcelona; Brooklyn en New York, o Kreuzberg en Berlín. Hasta ahora desconocemos cualquier indicio de gentrificación en las islas.

El término gentrification fue acuñado en 1964 por la socióloga británica Ruth Glass para describir el flujo de gente de la clase media que desplazó a los habitantes de clase baja de los distritos urbanos. Glass ilustró la gentrificación citando el ejemplo del barrio de Islington, en el norte de Londres, donde se compraron casas modestas y viejas para convertirlas en residencias elegantes y caras cuando expiraron sus permisos.

CocaCola invasiva

CocaCola invasiva

En realidad a todos nos gusta la gentrificación. Un barrio se vuelve bonito, agradable, se abren nuevos comercios y todo pinta de maravilla. Se mejora el espacio público, los servicios sociales, etc. Pero el problema es que la gente local que no estaría acostumbrada a este aburguesamiento llega un momento en el que no puede soportar los costes de vida y se ve obligada a irse, normalmente a la periferia. Las actuaciones más dañinas de la globalización y del tardo-capitalismo arrasan con pequeñas tiendas familiares, con modos de vida e identidades culturales.

En cuanto a los agentes gentrificadores, los hipsters o pihippies no son los únicos que tienen la culpa de crear estas cuestiones más negativas en los barrios de las ciudades contemporáneas. Son también las administraciones públicas y las empresas privadas inmobiliarias.

Barrios pluriculturales

Barrios pluriculturales

Debido a políticas de mejora de zonas residenciales o industriales, cambiando los usos del suelo y creando nuevos espacios públicos (como MadridRio), se producen esas consecuencias tanto negativas como positivas. A veces se interviene en un lugar sin preguntar realmente lo que necesita ese barrio y se construye “algo” que los urbanistas consideran moderno y verde,  sin en realidad pensar en las realidades de la comunidad que lo irá a utilizar. Es por eso que a veces suceden estas situaciones de incompatibilidad entre los habitantes y esos nuevos espacios.

Otro factor fundamental es la especulación inmobiliaria. Los planes de futuro de muchos barrios hacen que grandes empresas compren edificios enteros (normalmente edificios antiguos con una estética vintage/trendy) y se hagan apartamentos vacacionales para plataformas como AirBnb. Al final lo que se vende es vivir como viven las personas en las ciudades y barrios que visitas. Todo es pura máscara: la vida de barrio que buscabas te das cuenta de que la estás destruyendo tú mismo.

Ya mencionamos antes que en Canarias no encontramos características similares, salvo algunas aisladas en Santa Cruz, entre la calle Castillo y el Tea, zona que en su momento era sucia, pobre y llena de prostitución. Ya digo, no siempre hay consecuencias meramente negativas. Aun así debemos darnos cuenta de procesos similares que tenemos en las islas, sobre todo en las playas y pueblos costeros que se han vuelto completamente al servicio del jubilado inglés o alemán. Construcciones como la que se espera en la playa de La Tejita son algunas de las amenazas de las que tenemos que estar pendientes para que no destruyan la identidad cultural y la autenticidad de las costas en las islas.

Comercio histórico clausurado a causa de la gentrificación

Comercio histórico clausurado a causa de la gentrificación.

Sin embargo, tampoco hay que tenerle fobia al progreso y la mejora de las comunidades. Se puede aumentar el valor del lugar y del suelo, pero no por eso es necesario que haya una expulsión de la población local. Existen procesos alternativos a la gentrificación que también parten de un proceso de mejora, se parece en la forma pero no en el fondo.

En ciudades como Berlín o París, a través de políticas municipales, se han definido topes en los precios de las rentas en algunos barrios en vísperas de ser gentrificados para así frenar la especulación y la expulsión de familias locales a otros lugares.

El Placemaking, por ejemplo, es un proceso de planificación de espacios públicos de mejora de comunidades locales a nivel barrio. La toma de decisiones con una colaboración de la comunidad que lo habita, y definir sus propias necesidades son fundamentos de este tipo de procesos. De alguna forma podemos volver a recuperar ese espacio que en algún momento llamábamos ‘público’.

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