El Viajero del Faro
-¿Quién es El Viajero del Faro?
-Soy un creador que durante toda mi vida, de diferentes formas, lo que he necesitado hacer y he hecho es crear. Con lenguajes distintos según he ido sintiendo, pero siempre intentando plasmar como veo la vida, como la siento a través del arte y de mis creaciones. He ido evolucionando desde que empecé: interpretación, escritura, artes plásticas, fotografía…; tocando un poco todas las ramas. No de una manera caótica o caprichosa, sino porque cada una ha sido la forma de expresión más afín a mí en una determinada etapa.
-¿El mito de que los actores lo pasan mal económicamente es cierto? ¿Llegaste a vivir de la interpretación?
-Durante épocas de mi vida sí lo logré. No por suerte, porque yo trabajé muchísimo, pero durante años -con altibajos- logré vivir plenamente. Recuerdo momentos en los que estaba trabajando en televisión, teatro y me estaban llamando para hacer un papel en cine. Cuando la gente me dice que es difícil vivir de la interpretación yo siempre digo que no hay nada imposible en la vida. Todo es trabajarlo y aprovechar las oportunidades que te vengan.
-¿Ha sido la interpretación tu mejor momento profesional hasta ahora?
-Sí, durante muchísimo tiempo sí lo ha sido. Es verdad que ha habido una ruptura con todo ese mundo, dejándolo completamente atrás porque dejó de llenarme y necesitaba con más fuerza que nunca pasarme al otro lado. Siempre estuve delante, muy expuesto, donde mi trabajo y el protagonista era yo. Llegó un momento que me cansé por saturación, e incluso llegué a sentir un rechazo por la interpretación. Necesité contar historias desde detrás, donde lo importante era mi trabajo y donde hablara por si sola mi obra artística, no yo como persona.
Y dentro de esa crisis que viví surgió este alter ego. Quería que Carlos Quintana, el que había sido actor, desapareciera y cobrara protagonismo el creador y artista visual, El Viajero del Faro; y que su obra hablara por sí misma.
-¿Cómo autodefines tú esta etapa actual?
-Yo la puedo definir como un camino de experimentación que cada día me lleva por sitios desconocidos. Es como un viaje donde todo es nuevo, no sé lo que me voy a encontrar.
Me estoy definiendo ahora como un artista visual. Estoy pintando y utilizando materiales de desecho, transformándolos en esculturas, y estoy utilizando también el collage. Lo que quiero es llevar las emociones a un terreno tridimensional.
-¿El cambio de fotografía a los trabajos que haces ahora surge por las limitaciones del formato? ¿Se te ha quedado pequeña la fotografía en cuanto a herramienta para transmitir la emocionalidad que caracteriza a tus obras?
-Totalmente. La fotografía no solo me acompaña desde hace cuatro años, siempre lo ha hecho. A los 10 años gané mi primer premio en un concurso de fotografía en el colegio. La primera cámara que me regalaron fue a los 9 años en mi primera comunión. Siempre ha habido una cámara en mis manos. Me encanta usarla como instrumento para captar esa realidad, pero llegó un punto en el que necesitaba algo más.
El fin de mis obras es el transmitir emociones, motivar a las personas que se ponen en contacto con la obra. Que la gente sienta cosas, y yo lo quería hacer con la fotografía, pero yo hacía una fotografía muy pictórica, siempre llevándolo a un punto más. No solo replicando lo objetivo, sino dándole mi toque, transformando la realidad.
Llegó un momento -hace poco más de un año- en el que quería ensuciarme las manos y tocar la materia de trabajo, no estar siempre delante de un ordenador. En este punto notaba un muro que me impedía plasmar lo que quería. Ahora estoy experimentando un nuevo camino que me emociona muchísimo. Es como empezar por primera vez algo nuevo, y como me encanta el riesgo y me encanta experimentar, me encanta este camino.
-La necesidad de ampliar el formato es común en un artista pero, ¿cómo surge la elección del siguiente formato?
-Yo creo que me elige a mí. Estoy en continuo aprendizaje, no puedo quedarme quieto. Continuamente estoy leyendo y viendo trabajos de artistas y exposiciones. Todo esto se va metiendo dentro de mí y de repente cobra forma con una necesidad de transmitirlo. Así es cómo surge mi nueva obra.
Esta ruptura de forma surgió a principios del año 2016. Estaba estudiando muchos autores que llamaban mi atención como Tapies o Millares -que siempre me han hecho vibrar- y también en viajes que he hecho. De una manera fortuita ese mismo año hice un taller en el TEA dentro de la exposición “El fin del mundo como obra de arte” -impartido por Julio Blancas y Sema Castro- que fue como una catarsis. Trataba sobre los materiales de desecho, de darles una segunda vida, de empezar a crear a partir de ellos. Ese fue el punto de inflexión entre todo lo que yo estaba absorbiendo de otros autores.
A raíz de ese taller se me encendió la luz y empecé simplemente a jugar y a experimentar; y vi que lo que salía me gustaba y me emocionaba. Después llegó el momento de poder compartir algunas mis piezas a finales de 2016 de manera simultánea en dos espacios: en “Navidalí” en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife y en el Espacio Iriarte en la exposición “Con mucho arte”.
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