We love Manchester
Manchester empezó como un asentamiento romano llamado Mamucium, mucho antes de que los sajones erradicaran los restos de lo que una vez fue uno de los imperios más poderosos en la historia de la humanidad.
Manchester vio nacer más tarde a los barcos de vapor, las fábricas textiles y la producción en masa; acogió en su juventud a las febriles mentes de dos grandes pensadores que cambiarían por completo el destino del mundo que conocemos hoy en día: Marx y Engels.
Dentro de sus bibliotecas, estos eruditos crearon grandes obras como La ideología Alemana y la miseria de la filosofía, obras que sentarían las bases para el manifiesto comunista.
En Manchester fue donde Ernest Rutherford, ganador del Premio Nobel de Química, condujo múltiples experimentos de física nuclear, más tarde crearía el modelo Atómico de Rutherford, el cual abriría el camino a uno de los portentos de la ciencia moderna: la división del átomo.
Manchester también fue donde Alan Turing, uno de los mayores genios multidisciplinarios de la historia de la humanidad, construyó la primera computadora moderna llamada Manchester Mark 1. Turing descifró el código de comunicación alemán conocido como “Enigma” mediante el uso de lo que luego fueron llamadas “Máquinas de Turing”. No solo dando una ventaja inconmensurable a los Aliados en la segunda Guerra Mundial, si no también plantando las semillas de la segunda revolución verdadera en la historia de la humanidad, la revolución informática de la comunicación.
Mucho antes de que fuera perdonado por el gobierno británico, habiendo sido juzgado y condenado a la castración química por “conducta indecente”, la gente de Manchester luchó por que se le reconocieran sus logros, aun cuando su defensa no era de agrado público.
En 1996, Manchester también fue víctima de un atentado terrorista, El ejército provisional de la república de Irlanda (IRA) detonó una bomba en una de las calles más concurridas de la ciudad llamada Corporation Street. No hubo fallecidos en este suceso, ya que se habían enviado advertencias por teléfono 90 minutos antes de la detonación, pero se estimó en su momento una pérdida de 700 millones de libras (1.2 billones en cifras actuales) en infraestructura.
El 22 de este mismo mes, Salman Abedi de 22 años, se inmoló usando un una bomba casera de metralla en la entrada del Manchester Arena, hiriendo a 116 personas y robándole la vida a 22, entre las cuales se encontraba Saffie Roussos de tan solo 8 años de edad.
Manchester no se detuvo en ese momento, las redes se inundaron de personas ofreciendo sus casas para los heridos, los taxistas que se encontraban en el área dieron viajes gratis a todos los afectados por el incidente. En un solo día se logró recaudar más de 1.5 millones de libras para las familias afectadas por el incidente. Los monumentos y las plazas en los consecuentes días se llenaron de flores y musulmanes de todas partes del mundo se pronunciaron en contra de ese terrible acto de violencia.
Veo hoy en día, cuando salgo a la calle, una ciudad que puede rastrear su nombre a los primeros asentamientos romanos de Gran Bretaña, una ciudad que ha estado a la cabeza de algunos de los mayores avances tecnológicos de la humanidad, una ciudad que ha sufrido, cambiado y crecido sin parar desde sus inicios y que ahora, en medio de un clima político plagado de separatismo y frustración, se mantiene unida y solidaria de cara al desastre y a la tragedia.
Manchester sigue latiendo y zumbando. Sus calles siguen estando llenas de personas de todas las nacionalidades y credos posibles, sus luces siguen brillando en la penumbra de la crisis ideológica que amenaza con tragarse nuestro futuro y nuestra forma de vida.
Manchester sigue y seguirá aquí.
WE LOVE MANCHESTER, STAY STRONG OUR KID.