El crepúsculo de los ídolos

“Eres más famosa cuanto más enseñas las tetas”-  Miley Cyrus

Quién no conoce Netflix o HBO, esas grandes empresas que en poco tiempo han conquistado las pantallas de la población. Para competir con estos colosos de la industria cultural hace falta una buena dosis valor, y quizá un par de miligramos de locura. A estas dos empresas que mencionaba se le está acercando un posible rival. La tercera vía se llama Amazon Prime y su gran apuesta es la serie American Gods (Dioses Americanos). A pesar de esta vehemente publicidad no quiero hablar de la serie, ya tratada en la sección El Ático en el anterior número de la revista. Sin embargo no es  alusión gratuita, ya que este artículo tratará de mitología, de cómo el ser humano es capaz de rendir culto a aquello que considera divino y realiza toda una serie de rituales que permiten cruzar el mundo terrenal para entrar en contacto con nuevas deidades. Comencemos el pequeño tour por el Olimpo manufacturado de las estrellas del mundo de la música.

Uno de los mejores momentos de este año fue cuando cayó en mis manos el libro La dictadura del videoclip. Su autor, Jon Illescas, es licenciado en Bellas Artes y Doctor Cum Laude en Sociología y Comunicación. En sus páginas encontramos un análisis de los 500 videoclips más vistos de Youtube, tanto a nivel cuantitativo (artistas con más visitas y que protagonizan más videoclips) como cualitativo (tipología que muestra el videoclip: romántico, gánster, megalómano, narcisista, etc.). Esta modalidad audiovisual es actualmente la más consumida por los jóvenes. Del dulce néctar que pude extraer, me gustaría centrarme en la gran difusión que tienen estos videos y del contenido que transmiten.

ILLESCAS, Jon E. (2015), La dictadura del videoclip. Industria musical y sueños prefabricados. Barcelona El Viejo Topo

ILLESCAS, Jon E. (2015), La dictadura del videoclip. Industria musical y sueños prefabricados. Barcelona El Viejo Topo

Para entender el flujo de la industria cultural del videoclip, Illescas hace una analogía con el flujo de agua de una ciudad. La mayor parte del tiempo cuando los habitantes abran su grifo saldrá continuamente barro y lodo, pero en alguna ocasión saldría agua limpia durante algunos minutos sin previo aviso. El contenido mayoritario es degradante, antihumanista y procapitalista; mientras que una pequeña parte tendrá mensajes humanistas, positivos y críticos.

Videos que en su momento fueron de gran trascendencia cultural, como el del hombre caminando sobre la luna, han quedado completamente ensombrecidos por videoclips como el Gangnam Style, que con más de dos mil ochocientos millones de visitas es actualmente el video más visto de la historia. Si comparamos con otros medios, supera a todos los libros de la saga de Harry Potter, Avatar (película más vista) o el juego GTA V.  No cabe duda de la capacidad de llegar a las masas de los videoclips dominantes, pero pocos se dan cuenta del efecto que tiene visualizar auténticos anuncios y propaganda con música de fondo. El product placement es más la regla que la excepción, y si a esto le asociamos la ideología procapitalista y consumista norteamericana el adoctrinamiento está servido. Albert Bandura es uno de los teóricos más importantes en la teoría del aprendizaje social. En sus estudios demostró cómo los niños y jóvenes son sensibles al comportamiento de los mayores, especialmente si consideran que tiene poder social, y si encima las consecuencias de esas conductas van seguidas de recompensas (fama, riqueza, sexo…) la imitación es altamente probable.

La temática de los videoclips se centra mayoritariamente en lo inmediato, en el hedonismo como evasión de los problemas (por ejemplo la canción de Madcon Dont worry repite “no te preocupes38 veces), fiestas dionisíacas donde la gente otorga sentido a sus vacías existencias y con melodías repetitivas, mucho alcohol y drogas. Habrá quien diga: “Si no te gusta, no lo busques”, pero la cuestión es más compleja. Aunque no consumas la música de un artista, existen los supermercados, las tiendas, los taxis, los móviles con altavoz, etc; un flujo continuo de información. ¿Si tuvieras ganas de comprarte una camisa de botones violeta de terciopelo y fueses a alguna tienda cercana podrías encontrarla?

Algo pasa con la música. No es tanto como una libertad cultural, sino de seleccionar, dentro de la oferta, algo que te interese. Y para colmo existe la llamada ‘payola’, una práctica común en la que las discográficas pagan a las emisoras de radio para que emitan las canciones que les interesan. De este modo el single de Iggy Azalea, Fancy, subiera del puesto 88º al 1º en cuestión de días, ya que las 840 emisoras de la compañía Clear Channel hicieron que sonara en cada una 150 veces en pocos días. ¿Es legal? ¿Por qué no lo investigan? Si os suena el caso de un alcalde de la ciudad de Nueva York al que destrozaron su carrera política tras la filtración de un affair que tuvo con prostitutas, ahí tenéis la suerte de alguno de los que se atrevieron. Aludiendo al título del libro, es una “dictadura”, una forma de obligarte a consumir una mercancía cultural, pero por las buenas.

Otro mensaje que merece rescatar en referencia a las superestrellas es este: “No son, en su gran mayoría, artistas en el sentido genuino de la palabra. Es decir, no son seres dotados de una especial sensibilidad y un conjunto de habilidades que crean e interpretan determinadas composiciones musicales con las cuales transmiten un modo estético su personal visión del mundo. Son seres que se ubican e intercambian en moldes preestablecidos que la industria musical ha diseñado para obtener beneficios.  Esos moldes incluyen al público al que van dirigidos, composiciones, letras, look y estrategias de mercadotecnia”. En este sentido, del top 20, la mayoría sólo usa la voz como instrumento, con excepciones como Bruno Mars o Maroon Five (los únicos dos grupos junto a One Direction).

Para finalizar me gustaría señalar algunas declaraciones de algunas estrellas. Para que os hagáis una idea, con el poder de difusión que tienen como músicos mainstream con millones de fans y por ser quiénes son y estar donde están, sirven de auténtica propaganda para que los intereses de ciertos sectores lleguen a la población:

 Nicky Minaj en la canción Dedication 4 dice: “Soy una republicana votando por Mitt Romney (…) Vosotras Zorras perezosas estáis jodiendo la economía”. Haciendo referencia a las ayudas estatales como desmotivadoras para que la gente busque empleo, esta rapera es el referente que tienen los jóvenes más empobrecidos. Una persona sin educación que, siendo maleducada y sin estudios, puede alcanzar la riqueza mediante el sensacionalismo, el dinero fácil y el tráfico de drogas del que ella habla en sus letras.

Justin Bieber se declara un cristiano muy preocupado por los problemas del mundo como pobrezas, guerras y hambre. Por este motivo anima a sus seguidores a que recen por el ejército de los Estados Unidos y se les apoye, ya que están haciendo una labor humanitaria. Mientras tanto, en 2014, se gastó 60 millones de dólares en comprarse un avión privado por su cumpleaños. Aunque Justin también participa en la ONG Pencils of Promise, que ayuda a niños empobrecidos del tercer mundo.

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