Magia de estatería
Siete tapas duras se arrebujan en una esquina de mi estantería; se esconden bajo el polvo para celebrar un cumpleaños. No son mucho de salir, pero de vez en cuando algún niño de mi familia los abre y se afanan en embaucarlo parcamente. Siempre he pensado que desganados por la edad; hoy, sin embargo, me doy cuenta de que nunca han perdido su magia.
La saga de libros juveniles más exitosa de nuestros tiempos cumple 20 años. Cuando era un estudiante de estos que se alelan fácilmente me preguntaba cómo se las había ingeniado Rowling para montarse en el dólar durante tanto tiempo y no caer de la ola. Ahora que soy escritor, aunque igualmente lelo, conozco la respuesta.
Por mucho que nos esmeremos en creer en la magia, es un hecho que existen fórmulas literarias; fórmulas para hilar un buen libro. De no ser así, no existirían escuelas de escritores. Harry Potter es un ejemplo claro de cómo utilizar estos encantamientos. En concreto, de cómo beber de uno de los filólogos más importantes del siglo XX y transformar sus teorías en una máquina tragaperras para niños.
Joseph Campbell analizó decenas de narraciones y descubrió que, desde los griegos hasta Tolkien, existe una estructura que se repite especialmente. Llamó a este patrón “Monomito”, y desde entonces se estudia en todas las escuelas de escritura creativa del mundo. El “Monomito”, también conocido como “El viaje del héroe”, se divide en 12 partes: 12 pasos que llevan al héroe desde la comodidad de su hogar a la oscura guarida del villano y de regreso a casa de nuevo.
El héroe parte de un mundo ordinario, que es presentado en el primer paso. La piedra filosofal comienza precisamente así: con la aburrida jornada laboral del Sr. Dursley. Después de esto, se da un llamado a la aventura; el segundo paso. Harry es acosado por las lechuzas y se le anuncia que es un mago. Esta saga de libros innova en un aspecto: en teoría, debería existir una negación a este llamado; el tercer paso. Por ejemplo, Bilbo Bolsón, en El hobbit, prefiere la comodidad de su hogar, e incluso deja partir a los enanos sin él. En el caso de Harry Potter, es su familia adoptiva la que lleva a cabo esta negación, y no él mismo. El cuarto paso es el encuentro con el mentor, quien convence al héroe y lo guía en su viaje. Rowling utiliza a personajes como Hagrid o Dumbledore con este cometido; e incluso podría analizarse a Snape como el mayor mentor de todos, que guía y cuida de Harry desde las sombras. El siguiente paso del héroe es entrar en el mundo extraordinario; en Hogwarts, y después comienza el sexto paso. Este último es el paso más largo de todos y el que más peso narrativo tiene. Podría decirse que es la aventura en sí: desde la segunda parte del primer libro hasta la primera parte del último, Harry se las pasa haciendo amigos y enemigos, explorando el mundo extraordinario y completando su camino. El séptimo paso se llama “Aproximación a la caverna más profunda”. Es una de las partes más importantes; en ella se encuentra un objeto necesario para la destrucción del mal, se entra en la guarida del enemigo o se es atacado por el mismo de manera casi definitiva. En Harry Potter se mezclan algunas variantes bastante utilizadas de este paso: la búsqueda de objetos (los horrocruxes, la Espada de Griffindor, etc), el ataque enemigo (el ataque de los mortífagos durante la boda, que los obliga a huir), etc. El último paso antes de regresar es el llamado “Calvario”. Este es la prueba de vida o muerte; el enfrentamiento final con el enemigo. La batalla de Hogwarts. Para rematar la faena, “El Calvario” se llama así porque en él normalmente acontece la muerte y resurrección (ya sea real o simbólica) del protagonista. Curiosamente, el Harry “horrocrux” muere para dar lugar al Harry “persona”. Quedan cuatro pasos por analizar, que constituyen el regreso al mundo ordinario del héroe. En el caso de esta famosa saga, se resumen en uno: el flashforward final. Harry ha regresado al punto de partida; cambiado, renovado y heroico.
Dentro de esas siete tapas duras existe mucha magia; pero sobre todo lo que tienen es artesanía. El verdadero hechizo de Rowling fue crear, con una fórmula tan estática y arcaica como el polvo de mi estantería, una fantasía que nos acompañase por muchos, muchos años.