La mayoría de los reyes jóvenes son decapitados: Jean- Michel Basquiat y El Club de los 27
Desde que tenía diecisiete años, siempre pensé que sería una estrella. Pensaba en todos mis héroes: Charlie Parker, James Dean, Jimi Hendrix… Tenía una visión romántica de cómo la gente se había hecho famosa”
Jean-Michel Basquiat.
Todas las civilizaciones requieren de mitos para alimentar la naturaleza irracional que forma parte indivisible de nuestro “yo” racional. Los mitos religiosos, con la llegada del siglo XX, han dejado paso a una serie de mitos ateos que, igualmente, forman parte indispensable del imaginario colectivo. Uno de estos mitos es el celebérrimo y exclusivo Club de los 27.
Este mito ha producido, como no podía ser de otra manera en una sociedad tan profundamente conspiranoica, múltiples teorías causalistas. Pese a lo absurdo de la mayoría de estas teorías, este “mito contemporáneo” ha contribuido a la formación de toda una ideología en relación con los artistas jóvenes y dados a los excesos. Esta ideología, íntimamente ligada al concepto conocido como fenómeno fan, se ha convertido en una leyenda casi religiosa que aumenta exponencialmente la fama del sujeto. No obstante, siempre hay una excepción que confirma la regla.
La gran mayoría de gente conoce el caso de Kurt Cobain (1967- 1994), Janis Joplin (1943- 1970), Jimmy Hendrix (1942-1970) o Amy Winehouse (1983- 2011). No obstante, son pocos los que conocen el caso de Mia Zapata (1965-1993) dotada vocalista de The Gits, asesinada en Seatle a los 27 años. De igual manera que, por lo general, tampoco se conoce el caso de Jean-Michel Basquiat (1960- 1988). En este sentido, realizaré un recorrido por la vida y la obra de Basquiat centrándome, siempre que sea posible, en su obsesión con la muerte y su peculiar modo de concebir la idea de la fama.
Jean-Michel Basquiat nació el 22 de diciembre de 1960 en el barrio de Brooklyn. De raíces haitianas, dos hechos marcaron notablemente su infancia: un atropello que sufrió a los siete años y la separación de sus padres. Por lo demás, su vida escolar transcurrió sin pena ni gloria. Fue en el instituto cuando su voluntad creadora, de la mano de su compañero Al Díaz, tomó forma. Con diecisiete años, publicó en el periódico escolar la historia de un personaje que desea dar con un enfoque nuevo y moderno, y al que un sacerdote ofrece todas las religiones del mundo; no obstante, la única religión que le seduce es la pseudorreligión SAMO. SAMO es un acrónimo de “SAMe Old shit”, lo más seguro es que tenga su origen en la jerga estadounidense, pues “shit” es el nombre más común para el hachís.
Sea como fuere, este movimiento era la encarnación del nihilismo por definición. Arremetía contra la hipócrita sociedad materialista. Esta negación de la sociedad neoyorquina del momento llevó a Díaz a romper su vínculo artístico con Basquiat Basquiat se abrió en las galerías del SoHo y el East Village, modus operandi que Díaz interpretó como una traición al movimiento graffiti, eminentemente urbano. Después de esta ruptura, aparecieron numerosas pintadas que rezaban “SAMO IS DEAD” por toda Nueva York. A modo de inciso, conviene destacar que, la Historia del arte (concebida como institución, como stablishment) es un relato continuo de apropiaciones por parte de la institución “Arte” de las vanguardias que, en un primer momento, pretendían romper con dicha figura. En este caso, Basquiat fue consciente del potencial de su obra y decidió jugar con su posición. Esta posición aventajada le granjeó una importante fama. Pronto sus obras se empezaron a vender entre 5.000 y 10.000 dólares, pero además del éxito monetario, tuvo un increíble impacto en las esferas artísticas neoyorkinas.
Hábilmente, Basquiat utilizó la situación de poder que le otorgaba el propio sistema del mercado del arte para criticar la sociedad neoyorkina. Un detalle fundamental de su obra es la crítica al racismo endógeno existente en los Estados Unidos. Con detalles sutiles, como puede ser el nombre de “AARON”- nombre que hace referencia a uno de los héroes afroamericanos del béisbol- Basquiat abogaba por la ruptura de las barreras raciales. En otras obras, sin embargo, utilizaba un mensaje más directo, como es el caso de St. Joe Louis Surrounded by Snakes (1982) obra en la que retrata a Muhammed Ali, un auténtico referente en cuanto a las conquistas de los derechos de los afroamericanos se refiere.
Llegados a este punto me gustaría hacer referencia al estilo de Basquiat. Esta obra, figurativa con detalles expresionistas, muestra un lenguaje simbólico rico a la par que simple. Utiliza un lenguaje pictórico del tipo Art Brut, por lo que muchas de sus obras aúnan referencias a la infancia, propia y general. Su estilo, lejos de ser inocente, tiene un componente perturbador acrecentado por sus múltiples referencias a la muerte. Una evidencia de estas referencias es su obra Charles the first (1982). En este tríptico se puede observar la oración “Most Young kings get thier head cut off” (La mayoría de los reyes jóvenes son decapitados). Escribiendo esto, Basquiat se reafirma en la elección de sus héroes, siempre se trata de figuras marginadas o ligadas a un destino trágico.
Volviendo a su estilo, es innegable la influencia del Dadaísmo en muchas de sus obras. Un ejemplo claro de esta influencia es su ready made en Sin título (Nevera) (1981). Estas influencias también se muestran, de forma clara, en su obra Mona Lisa (1983) claramente influida por la archiconocida L.H.O.O.Q.(1919). Este tono burlón también lo manifestaba mediante sus propios actos. Cuando ya tenía una reputación, Basquiat se paseaba por sus exposiciones escuchando música con un walkman e ignorando a sus invitados. Pese a que se pueden identificar influencias muy diversas, como Jean Dubuffet (1901- 1985), Pablo Picasso (1881- 1973) o Jackson Pollock (1912- 1956); resulta harto complicado sistematizar su producción.
Parte fundamental de la figura de Basquiat es su relación con la crítica de arte. Gracias al artículo de René Ricard, titulado “The Radiant Child”, la fama del artista creció exponencialmente. No obstante, aún a día de hoy, es un artista castigado por la historiografía artística. Su estilo irreverente le llevó a desmarcarse de los diversos grupos artísticos. Sin embargo, el tándem artístico que formó con Andy Warhol (1928- 1987) evidencia que Basquiat se movía como pez en el agua dentro de la escena artística de La Gran Manzana. En este punto, Basquiat trascendió su tono romántico inicial en pro de lo superfluo del pop art, hasta el punto de que sus obras se convirtieron en experimentos comerciales absolutos. La pérdida del estilo propio de Basquiat provocó duras críticas a la colaboración de ambos artistas, lo que finalmente llevó a la ruptura profesional de Basquiat y Warhol.
Su último experimento fallido le alejó todavía más de sus pretensiones de fama. La heroína y las mordaces críticas lo llevaron a una etapa introspectiva lejos del mundanal ruido. Según los rumores, se hablaba de la retirada del pintor en busca de nuevas actividades como la música o la literatura. No obstante, a modo de premonición, sus últimas obras pictóricas tenían una fuerte simbología relacionada con la muerte. Finalmente, Basquiat murió por una sobredosis de diferentes drogas el 12 de agosto de 1988, envuelto en un romántico manto de fama póstuma jamás conseguida en vida.