Altered Carbon: Distopía de pequeña pantalla
De la mano de la ciencia ficción, la imaginación humana intenta abrazar conceptos que se escapan de las dimensiones que la lógica impone en nuestra realidad. En los 10 últimos años, este género que ha intentado múltiples veces cautivar a la audiencia global, ha tenido un renacer en la gran pantalla, no solo empujado por el interés comercial de resucitar las viejas franquicias, si no dando a luz a proyectos que una vez fueron considerados demasiado ambiciosos para el séptimo arte.
Vimos renacer a El juego de Ender y a Valerian y la ciudad de los mil planetas en la pantalla grande, aupados por el arduo trabajo de miles de mujeres y hombres que tal vez crecieron leyendo los mismos libros y comics que inspiraron a creadores como George Lucas a imaginar historias en una galaxia muy muy lejana; o a Ridley Scott a darle un origen biológico a los terrores que nos acechan en la oscuridad desde tiempos inmemoriales.
Uno de los campeones en el renacimiento de IP´s clásicas en occidente, listo para apostar por la creatividad de miles de artistas con visiones poco ortodoxas, es Netflix, el gigante del entretenimiento. Y de la mano de Laeta Kalogridis y Mythology Entertainment, Phoenix Pictures y Skydance Televisión, llega una de esas series como síntoma de este renacer: Altered Carbon.
Basada en el libro del mismo título escrito por Richard K. Morgan, la historia de esta serie transcurre en un futuro lejano, donde la humanidad no solo ha conseguido colonizar el cosmos, si no que, usando la tecnología de una raza antigua de alienígenas, ha logrado capturar la esencia de la conciencia humana, permitiéndonos trascender todos los límites que nos definen y otorgándonos en términos prácticos aquello que más anhelamos como especie: La Inmortalidad.
Por supuesto, todo esto sería un paraíso si no se tratase de una obra distópica de principio a fin. En el mundo de Altered Carbon todas las personas tienen un implante en la nuca donde se deposita esta conciencia. La muerte del cuerpo no es el fin, pero adquirir un nuevo cuerpo es costoso, dando paso a una élite de inmortales pudientes que controlan el ir y venir del mundo. Mientras, observan a los comunes mortales desde sus atalayas en el cielo y emulan a los dioses de la antigüedad como Zeus, Odín o el dios abrahámico.
El protagonista de esta serie es Takeshi Kovacs, antiguo asesino del gobierno galáctico, convertido en revolucionario y condenado por sus crímenes a una eternidad sin un cuerpo. Un miembro de la élite de inmortales conocidos como ‘Mats’ ( juego de palabras basado en el mito de Matusalén ) lo saca de su confinamiento y le proporciona una nueva “funda”, solo para utilizar sus habilidades paramilitares en la investigación de lo único que puede perturbar a uno de estos magnates eternos: su propio asesinato .
El universo de esta serie incluye una enorme cantidad de conceptos utilizados en la ciencia ficción, desde inteligencias artificiales, biotecnología, como órganos y miembros sintéticos, y hasta clonación no solo de cuerpo si no de mente también.
El concepto de que un cuerpo es tan solo una especie de traje temporal se explora de manera magistral en la serie, pudiendo ver al protagonista de la historia con múltiples rostros a través de las diversas épocas en las que transcurre la narrativa.
De igual manera, la serie plantea en pequeñas dosis múltiples conceptos éticos, morales y religiosos ante esta realidad donde la muerte ha dejado de ser inevitable.
En un episodio vemos a la coprotagonista de la serie, la teniente Kristin Ortega, traer de la muerte a su abuela en un cuerpo en oferta de un ex pandillero fallecido, planteando una interacción tanto graciosa como sentimental ante la posibilidad de que seres queridos que han muerto naturalmente puedan caminar entre nosotros de nuevo, con nuevas voces y nuevos rostros, incluso con un nuevo sexo.
Netflix apostó de nuevo por una de estas joyas literarias, por un género que había sido relegado hace unas décadas a los comics y a las películas “direct to DVD”, y nos permite disfrutar de una historia que no solo nos entretiene, si no que hace plantearnos preguntas fundamentales de la condición humana, al mismo tiempo que nos maravilla por las posibilidades de un futuro que aún está por llegar.
Gracias Mallorquinista por la información.