Nómadas
La arquitectura siempre se ha visto acomplejada por ser un arte estático o físicamente inmóvil. Desde los tratados de arquitectura más antiguos, y en las bases de toda teoría arquitectónica, un suelo, un techo y unas paredes son los elementos fundamentales para la ejecución de arquitecturas. En los libros de historia, la arquitectura nace cuando el ser humano pasa de ser nómada y vivir en cuevas a asentarse en lugares y construir pequeñas cabañas. En realidad la esencia de la producción arquitectónica por sí misma es nómada, pues siempre se ha movido allá por los lugares por los que se ha movido el hombre.
A pesar de que estas arquitecturas han sido excluidas de la academia durante años, y que nuestras sociedades empiezan a ser mucho más variables e inquietas, lo móvil y lo flexible son partes fundamentales de la arquitectura que está por venir. En medio de la era pop y futurista durante los 60, arquitectos como el grupo Archigram fueron los primeros teóricos que plantearon estas cuestiones. Ellos predecían un futuro de burbujas habitables que viajaban por el universo y se iban instalando diferentes sistemas en redes de “poblados” conectados.
Uno de sus miembros, David Greene, reflexionó en 1966 sobre del concepto de vivienda en su proyecto Living Pod: “El resultado de rechazar la permanencia y la seguridad en el concepto de vivienda y agregar, en cambio, la curiosidad y la búsqueda podría funcionar en un mundo móvil, como las primeras sociedades nómadas…la casa es un electrodoméstico que puedes llevar contigo, la ciudad es una máquina para enchufarla”.
Sus ideas arquitectónicas se basaban principalmente en que “las personas son arquitecturas andantes”. Por ello, la arquitectura tenía que dar la posibilidad de moverse por el mundo y adaptarse a las necesidades que irían variando según la sociedad fuera cambiando. Esas arquitecturas, inviables en aquellos momentos, se inspiran en el auge de la carrera espacial del ser humano. Estéticas con referencias lunares, diseñaban módulos habitables (como el Living Pod antes mencionado), trajes autosuficientes, grandes infraestructuras móviles inspiradas en lanzaderas espaciales o ciudades portátiles.
En un terreno menos teórico y popular, en Estados Unidos, las caravanas y autocaravanas posibilitaban la libertad que la Generación Beat de los 50. Los primeros surferos y hippies que dieron origen a la contracultura californiana, popularizaron la reconversión de autobuses escolares, o el uso de la furgoneta Volkswagen Type 2, como vehículo icónico, además de las Airstream.
Stewart Brand, Steve Jobs, Yvon Chouinard, Ken Kesey y tantos otros personajes de la California contracultural usaron vehículos recreativos para explorar, de manera física y espiritual, el paisaje estadounidense. De entre muchísimos diseños de caravana con toldos y elementos desplegables, hay uno que fue muy atractivo, De Markies (en holandés, “el toldo”). Fue un prototipo no comercial que se concebiría como vivienda móvil del estudio holandés Bohtlingk Architectur para un concurso sobre viviendas temporales en 1985.
A finales del año pasado, la editorial Phaidon, publicó una recopilación que rinde homenaje al excentricismo de la arquitectura móvil: Movitectura, de Rebecca Roke. En esta publicación se muestra como el ser humano se las apaña para crear diseños estables que puedan rodar, desdoblarse, saltar, flotar sobre el agua… Esta colección, de más de 250 imágenes, no se limita a las tipologías que podrían ser más icónicas, como las tiendas de campaña y las caravanas, sino que ofrece una enorme variedad de estructuras móviles diseñadas para desiertos, océanos, playas montañas e incluso para entornos urbanos.