Del ‘New Weird’ y el arte de cambiar el mundo
Se abre el telón y aparece un oso mutante, de un tamaño descomunal y que, encima, vuela. ¿A qué clase de pesadilla estás asistiendo? A una novela de Jeff Vandermeer.
El New Weird es un género literario acuñado en los 90s, cuyo núcleo artístico se desarrolló durante la primera década de los 2000s. Si bien las premisas de estas obras pueden sonar oníricas, no son producto de tu subconsciente. M. John Harrison le dio nombre al género en el prólogo de la novela corta El azogue, de China Miéville, y es una realidad tan palpable como su éxito comercial.
Jeff y Anne Vandermeer consideran que el género es “un tipo de ficción especulativa urbana, en el que se subvierten las ideas sobre ambientación de la tradición fantástica a través de la elección de escenarios realistas y complejos; de modelos del mundo real que sirven como punto de partida para la creación de obras que pueden combinar elementos de Ciencia Ficción y Fantasía”. Esta definición, sin embargo, se queda corta para muchos otros expertos en la materia. Robin Anne Reid opina que el consenso general se centra en que el New Weird se constituye de “obras que subvierten los clichés de la Fantasía convencional para llevarlos a contextos incómodos de finales desconsolados”. Además, apunta que es una tendencia que “destruye las barreras entre la Fantasía, la Ciencia Ficción y el Terror Sobrenatural.
Se suele considerar que el New Weird pertenece, de alguna forma, a la ficción de Terror o a la especulativa, pero derribando las puertas que lo separan de otros géneros. Se dice que el que compra obras de este estilo es porque busca una ficción especulativa innovadora y que le haga pensar de manera transversal.
Quizá estas definiciones recuerdan un poco al Cyberpunk, el Realismo Mágico y a otros géneros mestizos. En lo único que se parecen estas tendencias al New Weird es en que sustentan alguno de sus elementos narrativos en la especulación. Las grandes influencias de este género no tienen demasiado que ver con las del resto de la familia: las revistas Pulp, las narraciones de Lovecraft, las novelas de Mervyn Peake y las obras de M. John Harrison.
Después de este batiburrillo de nombres y definiciones quizá te hayas perdido; y es normal. El New Weir no es precisamente un género fácil de entender, y por eso es tan divertido. Podría decirse que los autores de esta rama atraen a las fuerzas de la especulación hacia un callejón oscuro y sucio; y hacen negocios turbios con ellas. Es una expresión artística que se basa en lo grotesco y en lo fantástico para dar una visión del mundo que, a veces, se nos escapa. Algunos autores de interés son Jeff Vandermeer, Libba Bray y China Miéville; aunque si buceas un poco descubrirás que hay muchos más.
El New Weird ha traspasado las fronteras del papel y la tinta. El arte es un ente caníbal, que se devora a sí mismo y a los demás como un Saturno desatado. En este mismo instante, hay toda una generación de cineastas siendo influenciados por este género; liderados por Guillermo del Toro y sus cuentos de hadas de lo grotesco, como El laberinto del fauno o la más reciente La forma del agua.
Este nuevo género es mucho más importante de lo que parece. En primer lugar, es una herramienta deconstructora de la tradición literaria. Las obras del New Weird reflexionan sobre sí mismas, sobre la tradición literaria especulativa y, ante todo, sobre la cultura occidental. Su forma de coger los clichés de la Fantasía, de la Ciencia Ficción y del Terror y darles la vuelta hace de este género un pilar fundamental para la renovación artística. En segundo lugar, también es una herramienta para la lucha; un arma. Como todo género crítico, su mejor función es la de dar un reflejo difuso de una realidad gaussiana. Encerrado en las obras del New Weird, encontramos un grito en contra de todos los problemas de la sociedad. Solo hay que echar un vistazo a la filmografía de Guillermo del Toro para darse cuenta de que estos autores son la nueva rebelión. Como broche final, podría decirse que el New Weird, con sus horizontes sin límites, permite a los géneros especulativos avanzar y salir de su estancamiento; es un “zasca” en toda regla a todos esos autores que siguen viviendo en el Pleistoceno.
El mundo ya no es lo que era, y lo mismo podría decirse de los cuentos de hadas. El arte se renueva con cada generación; con cada minúsculo intento de cambiar el mundo. El New Weird es la última oportunidad de una especulación rancia y asilvestrada para convertirse en el gran género que prometía ser a finales del siglo 19.