Iker Muro: “Yo voy a lo salvaje, me gusta mucho improvisar” – Parte 2
-Obviamente el trabajar grandes formatos debe de ser un hándicap bastante grande, pues las proporciones pueden llegar a jugar en tu contra dada la situación en la que te encuentras a la hora de ejecutarlo. ¿Esto es así o solo es la impresión que da visto desde la perspectiva del espectador?
-No, esto es así, mucha gente trabaja con proyector otros con cuadrícula, etc. Yo voy más a lo salvaje, me gusta mucho improvisar e ir construyendo la pieza según voy avanzando. Lo único que puedes hacer es bajarte muchas veces, acordarte de lo que está mal o quieres cambiar, subir y corregir, así todo el rato hasta que lo clavas. Es como un combate de boxeo contra la pared y contra ti mismo.
-¿Cómo te enfrentas a una gran producción como la mencionada con anterioridad? ¿Algún curioso ritual confesable?
-Una herramienta indispensable para mi es el palo telescópico y el rodillo, de esa manera puedo dibujar alejado de la pared y la perspectiva es mejor. Luego mucha paciencia, ánimo y música.
-¿En qué etapa disfrutas más, cuándo estas en el diseño creando la obra o cuando la llevas a la práctica y la plasmas en una superficie?
-No me gusta mucho el momento de diseñar o bocetar, dudo mucho y sé que al final voy a cambiar la mitad de lo que estoy planteando en el papel o el ordenador. La gente que me conoce sabe que soy muy nervioso y me desespero, mi momento de paz es cuando estoy en la grúa, alejado de todo, ahí arriba nadie te molesta. Al principio da miedo pero cuando consigues enfocarte, concentrarte y conectar, es una pasada. No puedo describir ese momento, supongo que es lo que me tiene tan enganchado a esto.
-Dado que trabajas en el street art, una de las constantes es que la gente que pasa por allí se quede como mínimo observando. ¿Tienes alguna anécdota rocambolesca que te haya pasado en plena creación?
-Supongo que todos los artistas te dirán lo mismo: esta la gente que te da ánimo, los vecinos que te ofrecen un refresco o los niños que saludan. En alguna ocasión alguien a quién no le gusta tu trabajo o lo que estás haciendo en ese momento puede llegar a increparte. En Brooklyn un judío ortodoxo propietario de uno de los pisos del edificio que estábamos pintando nos montó un show y tuvimos que parar hasta que se calmó.
-Da gusto vivir en una ciudad donde casi que puedes hacer un tour con guía turístico incluido de tus producciones artísticas, pues media ciudad tiene pedacitos de ti. ¿Los lugares te encuentran a ti o tú los encuentras a ellos?
-Llevo muchos años detrás de paredes, es muy laborioso y lento: llegar a consenso con todos los propietarios, pedir permisos y demás. A veces alguien te llama ofreciendoté una pared pero lo normal es que sea yo quién está detrás de ellas.
Haremos un mapa desplegable y guía de los murales que he realizado tanto yo como otros compañeros, de hecho voy a lanzarlo muy pronto junto con la Fundación Cepsa y el Ayuntamiento.
-Hace poco le diste vida a uno de los pasajes más oscuros y siniestros que había en S/C, el túnel que conecta el Estadio de futbol con la avenida Reyes Católicos. ¿Cómo has visto/vivido la aceptación ciudadana?
-Aceptación total. Cuando conviertes un lugar en estado de cenicero/baño/papelera en algo lleno de color la cosa cambia. Dotamos de valor artístico lugares en estado de abandono. Alegramos la ciudad, acercamos el arte a la gente al mismo tiempo que hacemos de Santa Cruz una ciudad abierta al futuro, cosmopolita y joven.
Hacía tiempo que ese pasaje necesitaba un lavado de cara, fue duro, pintamos hasta las escaleras pero al mismo tiempo muy gratificante. Espero poder seguir haciendo esto con muchas más paredes, pasajes, canchas, etc. Me encanta ver a la gente pasar por esos lugares, sorprenderse y sonreír.
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