La involución de las especies
Durante estos meses muchos somos los que hemos meditado sobre el significado de libertad. Por un lado, de expresión, la que tanta espera y lucha nos está costando conseguir. Por otro la de los animales, una reivindicación que por lo menos en nuestro país se encuentra muy lejos del punto que nos gustaría. En la actualidad la relación entre ambas se ve en conflicto ya que una puede desvalorizar a la otra. Gran parte de los artistas dedicados a tratar la contemporaneidad del arte buscan desafiar al espectador pero, ¿hay un límite?
Quizás los museos Guggenheim hayan traspasado esta frontera. Todo comenzaría en el museo contemporáneo de Nueva York, el cual presentó este mismo año la exposición Arte y China después de 1989: el teatro del mundo. El leitmotiv y discurso conector es mostrar las obras mas relevantes de arte contemporáneo chino, habiendo un total de 150 trabajos. Pero entre los mismos debemos destacar tres nombres Los perros que no pueden tocarse unos a otros, Un caso de estudio de transferencia y Teatro del mundo.
El primero, y sin lugar a duda más polémico, está realizado por Sun Yuan y Peng Yu. La obra en si es un video en el se ven perros en cintas de correr y sujetados con arneses. Lo más espeluznante es que buscan agredirse entre ellos sin poder lograr su objetivo, ya que las cintas los hacen correr enfrentados entre sí.
Un caso de estudio de transferencia de Xu Bing, tampoco se queda a la sombra de la anterior. Es una demostración en video de como dos cerdos copulan bajo la observación de los espectadores. Uno tendría en su piel escrituras en latín mientras que el otro contaría con signos parecidos al alfabeto oriental.
Y finalmente, la creación de Huang Yong Ping Teatro del mundo. En este caso no es una filmación, sino una instalación que acoge a distintos animales como lagartos, insectos o serpientes. Los dos terrarios que les encierran al parecer son una metáfora de la cosmología taoísta y la globalización, siendo una muestra de los conflictos del mundo. Por supuesto, estos animales se alimentan entre sí bajo la mirada de los espectadores. Esta última ya fue retirada en su muestra en Vancouver, pero el Guggenheim considero que se debía volver a presentar.
No obstante, los ciudadanos de Nueva York conseguirían acabar con la exposición de estas obras gracias a una petición multitudinaria contra el maltrato animal mediante registros de firmas, solicitudes y cartas. Aun así, los responsables del Museo declararon que retiraban las obras no por estar de acuerdo con el carácter moral la petición, sino por miedo a las repercusiones físicas que llegarían a realizar activistas.
Aun así, los directores del Guggenheim de Bilbao han considerado que es beneficioso exponer tanto Teatro del mundo como Un caso de estudio de transferencia. Tal es así que desde el 11 de mayo hasta el 23 de septiembre se podrán ver estas obras en sus salas. Por su puesto han defendido esta decisión bajo la premisa de que los animales se encuentran en unas condiciones favorables, sin dar relevancia a el porqué se ha cosificado e instrumentalizado un ser de manera innecesaria.
Es curioso que las tres obras quieran mostrar la desigualdad, tanto social como étnica, y críticas a lo vertiginoso que es el mundo contemporáneo; recurran a animales reales para ello. Es una muestra de la descontextualización y sin sentido del mensaje, queriendo hacer una reivindicación de valores mientras se desvaloriza de manera directa. Carece de sentido hacer una critica social mediante el abuso de poder, tratándose de un discurso completamente hipócrita.
Estas tres obras podrían haber sido impactantes y reivindicativas con el uso de la ficción, pero el comisariado ha vuelto a elegir el sistema más lucrativo. Con esta muestra se ha conseguido levantar la morbosidad extrema e innecesaria, velando como de costumbre por el incremento del mercado del arte. No importa la moral sino el alcance mediático, aun siendo negativo, ya que dispara el valor de las obras por su excentricidad.
La problemática real es que el arte contemporáneo tiene como objetivo ser provocativo sin ningún tipo de límite. Pero sin lugar a duda no hay sitio para la libertad de expresión si se acaba con la libertad de otros. A su vez, es una demostración de la superioridad y ego del hombre hacia otros seres.
Debemos ser consientes de que el arte se encarga de mostrar la historia de nuestro tiempo, convirtiéndose en el legado a la posterioridad. Estas obras muestran la putrefacción de moral humana y como nos aproximamos a un abismo sin salida de emergencia.
Es una realidad latente: los museos ya no guardan arte.