La red arácnida de Louise Bourgeois
“Una mujer no tiene lugar como artista hasta que prueba una y otra vez que no será eliminada”.
La psicoanalista Melanie Klein centró el punto de mira de la psicoterapia en la infancia. Para ella, los bebés al nacer se encuentran en una situación de vulnerabilidad, completamente a merced del cuidado de los adultos, pero en este momento aún no los conciben como personas. La madre es representada para los lactantes como un par de pechos que aparecen y desaparecen de forma aleatoria, y a veces dolorosa. Cuando el pecho está presente aparecen sentimientos de placer, calma y ternura, pero en su ausencia se siente hambriento, aterrado y enojado. Ante esta situación aparece un mecanismo de defensa primitivo que permite sobrellevar la ansiedad: la escisión, separar a la madre en un pecho bueno (presente) y un pecho malo (ausente). Con el tiempo terminan integrando ambos en un solo ser: la madre, que no es ni del todo malvada ni del todo bondadosa, es una fuente tanto de alegría como de tristeza. Aparece un concepto clave de la teoría kleiniana: la ambivalencia.
Una de las mayores artistas contemporáneas fue Louise Bourgeois. Natural de París y nacionalizada estadounidense, su obra es fundamentalmente biográfica, centrada en eventos traumáticos plagados de dolor y sufrimiento. No se consideró feminista, pero su obra representa elementos de la lucha feminista como el placer femenino, la histeria y el amor libre. En obras como las de la colección de La mujer casa representa cabezas ocupadas con las tareas domésticas y el intento de escapar de esta casa.
Bourgeois es llamada la mujer araña, ya que es un motivo que se repite mucho en sus obras, siendo en el reino animal la araña es protectora y depredadora al mismo tiempo. Teje su tela tanto para atrapar a sus presas como para crear el capullo que protegerá a sus crías. Durante su infancia la marcó descubrir que su padre, una persona explosiva, dominante y burlona, engañaba a su madre con la niñera. Contaba que su madre era tejedora de tapices, su amiga y su cuidadora, una mujer tierna y serena, aunque también era una mujer oscura que sufría. Veía a su madre como una persona inteligente y le tenía mucho aprecio, pero no entendía por qué seguía junto a su padre cuando ya había descubierto que le era infiel. Esta ambivalencia está representada en la escultura Mamá (1999), una araña gigantesca sostenida por patas que funcionan como jaula y como guarida protectora para la bolsa de huevos en su abdomen. La oscuridad que transmite provoca miedo, pero su gran altura equilibrada por sus ligeras patas transmite también vulnerabilidad.
A pesar de haber estado rodeada de grandes artistas como Jackson Pollock, Rothko, De Kooning o Warhol, no fue hasta sus 71 años cuando se le concedió una exposición de grandes magnitudes en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA). Quizás de forma simbólica esto fuese como el título de su libro Destrucción del padre y reconstrucción del padre, ya que logró vencer a la autoridad cultural y posicionarse en el lugar que merecía.