“Colgué ‘Galsen, el lenguaje de las almas’ gratis en Vimeo, quería que llegase a todo el mundo”
Sergio Paricio es un artista comprometido, no ha llegado para hacer dinero. ¿El mejor ejemplo? El documental “nacido bajo un baobab en una remota aldea al oeste de Senegal”: ‘Galsen, el lenguaje de las almas‘.
-¿Quién es África?
-África somos todos los que estamos conectados a este planeta de una manera directa. África somos los hijos y los nietos de los que durante siglos cuidaron protegieron y respetaron este precioso pedazo de tierra. África somos los que estamos conectados espiritualmente como una madre a su hijo, los que encontramos allí el hogar y los que también lloramos y sufrimos por él.
-¿Cómo nació tu primer proyecto audiovisual Galsen, el lenguaje de las almas?
-Nació bajo un baobab (árbol milenario sagrado) una tarde de octubre del 2016 en una remota aldea al Oeste de Senegal mientras echaba una pequeña siesta después de tomar el té con unos amigos. Nació sin esperarlo, como aparecen las musas. Jamás se me hubiera ocurrido meterme en tal berenjenal, pero cuando llaman a la puerta hay que dejarlas entrar y sentarse a observar.
GALSEN.El lenguaje de las almas. from Sergio Aparicio on Vimeo.
–¿Por qué has sentido la necesidad de transmitir este mensaje?
-Tenía que explicar esa otra parte de mí: mi madre. Soy fruto del mestizaje, hijo de madre europea y padre africano. Soy alguien que nació entre dos mundos contrapuestos y que intentó, durante un tiempo, encontrar la identidad dentro de ambos. África y Occidente siempre han tenido una relación muy agresiva llena de dolor, abuso y explotación; a lo largo de la historia entre colonizados y colonizadores, con todo lo que ello comporta. A su vez, el nacer y crecer en Barcelona, dentro de una sociedad occidental de la cual nunca me sentí del todo identificado (ya que carecía de referentes), donde en aquel momento la única gente de origen afro la veía en la televisión y eran de EE.UU. (como Will Smith o Michael Jordan ). Los pocos inmigrantes que llegaban se veían obligados a realizar trabajos precarios. En ese momento entendí lo que significa ser “negro” en occidente. Tendría unos 12 años pero ya sabía que era visto con otros ojos por la sociedad. Entendí que había gente a la que no le gustaba mi apariencia física ni mi color de piel. Así que desde entonces quise abrazar mis raíces, era un momento importante para mí y sé que también lo era para mi madre. Por eso decidí grabar mi experiencia y explicársela desde lo más profundo.
–Sabemos que esta es tu primera obra fílmica, siendo tanto director como productor y escritor, siendo autofinanciada. ¿Qué pros y que contras has encontrado en ello?
-Tengo que añadir que también he compuesto y realizado la mayor parte de la banda sonora junto con grandes artistas como Rosalía (Malamente) o el trompetista Raynald Colom, que aparecen en la misma ya que mi último disco (Blackadamia) está presente en el film.
Dicho esto, desde que dejé pasar a aquellas musas este proyecto, aparte de suponer una locura para mí ya que no disponía de presupuesto, se convirtió también en una obsesión. Tenía una cámara, una grabadora y una historia que contar, y esto último es realmente lo más importante. Sabía que hacer un largometraje de 60 minutos era muy ambicioso, sabía que mantener el ritmo durante tanto tiempo es algo muy difícil sin que el espectador no se duerma en el asiento. Pero creía en mi proyecto y sabía que podría inspirar a más gente. De eso se trata “el lenguaje de las almas”, es ese dialogo entre artistas que va más allá de lo económico, de la industria, de las reglas y los cánones cinematográficos o de lo correcto o incorrecto. Esta película se trataba de sentarnos y compartir el mismo plato de comida y sentirnos libres de expresarnos, manifestarnos y ser nosotros mismos, ya que todos teníamos orígenes muy distintos y sus historias, al fin y al cabo, no eran tan distintas a la mía. Fue por eso por lo que tanta gente colaboró de manera altruista, y por esto fue por lo que colgué la película gratis en Vimeo. Quería que pudiese llegar a todo el mundo, independientemente de si disponía o no de dinero para verla. No pretendo ganar dinero con ella, pretendo abrir las mentes. Llamémoslo “el nuevo cine revolucionario” y seamos pretenciosos por una vez.
–Una de las reflexiones que compartes en tu obra es: “El elefante siempre será el malo si el cazador es el que cuenta la historia”. ¿Por qué crees que sigue habiendo una historia narrada bajo un único prisma?
-La historia que aprendemos en el colegio está escrita en su mayoría por hombres heterosexuales, blancos y cristianos. Y sobre esos cimientos es sobre los que se ha creado la sociedad de bienestar en la que vivimos. Esa es la historia que sale en los libros y de la que todos bebemos desde pequeños hasta el punto de que, en el imaginario colectivo, se establece como dogma. Yo aprendí mucho en la universidad y también en los posgrados, pero tuve que hacer el ejercicio de desaprender, o de reaprender de nuevo, lo que me habían enseñado, bajo una nueva mirada. Entender que existen otras realidades y narrativas. Que África también tuvo sus “Da Vinci”, sus “Beethoven”, o sus “Tesla”; que muchas fueron mujeres y que mucho de ese aprendizaje fue apropiado por los europeos, y eso es algo que no enseñan en las universidades. La historia que yo aprendí fue la de los colonizadores, no la de los colonizados.
-Te has atrevido con el soul, jazz, rap o reggae, pero esta vez te has lanzado al mundo audiovisual. ¿Tiene el alma un lenguaje artístico?
-El alma tiene un lenguaje que trasciende lo físico y a su vez a los límites de la imaginación. El arte es una manera de conectar con ella, de acercarse e intentar tocarla con las manos, atrapar algo de su universo. La inspiración es la puerta a ella pero todos los artistas sabemos que esos momentos son sumamente efímeros, de ahí su valía. Muchos nos pasamos la vida en busca de esos momentos sabiendo, a su vez, que a lo mejor no vuelven a aparecer más.
–Has colaborado con 50 artistas en la realización de tu proyecto. ¿Qué importancia tiene la música tanto en esta obra como en tu vida?
-La música es el canal de expresión en esta película, es el camino por la que toda discurre y es el nexo de unión entre todos los artistas que forman parte de la misma. En mi vida ocupa un papel importante como músico, pero también soy un gran amante del silencio, el silencio absoluto. Es en él donde encuentro la paz, donde todo empieza.
“Una anciana en el Bronx me dijo que guardara la cámara si no quería que me pegaran un tiro”
-¿Hay alguna parte de esta grabación que has decidido no añadir o guardar para ti?
-Cuando volví a Barcelona tenía más de 5 horas de material videográfico, así que me tocó hacer una criba muy importante. Es mucho el material que se ha quedado fuera y mucho de él muy interesante también. Quizás me daría para otra película pero eso es parte del trabajo de director, seleccionar aquellas partes que se ajustan al hilo de la película y aunque a veces duele descartar. Hay que tener la cabeza fría. Es por eso que también va bien rodearte de otros ojos que te ayuden a abstraerte de los sentimientos y que tengan una visión más analítica. Ahí es donde entra de nuevo la colaboración y los profesionales que te rodean y te ayudan a tomar decisiones.
-¿Te gustaría destacar alguna anécdota durante el proceso de filmación?
-El proceso de grabación fue complejo porque muchas de las tomas las he grabado yo y, al viajar solo, muchas veces me resultaba muy difícil e influían muchos factores externos como el calor. En algunas ocasiones debido a las condiciones higiénicas tenía problemas de salud, he llegado a grabar hasta con fiebre. Muchas veces me desplazaba en un carruaje atado a un burro, sí un burro, y había algunas zonas por las que viajaba en África que no disponían de ningún tipo de medio de transporte excepto burros o caballos, los cuales hacían que las travesías fueran agotadoras e interminables. Otras tomas están grabadas en Nueva York, en el Bronx o Brooklyn, donde una anciana me pegó con un periódico y me dijo que hiciera el favor de guardar la cámara en la zona donde estaba grabando si no quería que me pegaran un tiro. Este tipo de anécdotas son constantes y más si viajas solo pero forman parte de la magia y la esencia de la película.
-¿Qué lugar sientes como hogar?
-Siento hogar todos los sitios donde hay gente con la que he compartido sonrisas y también llantos, charlas y abrazos, que por suerte son muchos y otros tantos que aún están por descubrir. No pienso en países, naciones o banderas. Soy fruto del mestizaje de culturas y lo que de pequeño suponía poner muros a mi alrededor, en cuanto a mi identidad, hoy en día supone un sentimiento de libertad y riqueza enorme al poder entender y ver el mundo desde diferentes prismas.
–¿Puede el arte cambiar el mundo? De hacerlo, ¿qué te gustaría que cambiase?
-No sé si cambiar el mundo lo que sí que sé es que el arte nos puede hacer sentir de una manera única. Puede abrir una puerta a nuestras almas y ese es el puente directo para llegar a lo que yo llamo “el amor supremo”. Que es esa energía espiritual que todos experimentamos en nuestra vida desde que nacemos y de la que todo alrededor gira. Desde el amor sí que se puede cambiar el mundo.