Jaume Plensa, el escultor español que está presente en casi todos los rincones del mundo
¿Quién es Jaume Plensa?
Para responder a esta sencilla pregunta solo tendríamos que acercarnos a Wikipedia y leer en el primer párrafo que este escultor nacido en Barcelona en 1955, es un artista plástico que, además de con la escultura, ha experimentado también con el dibujo, el grabado, escenarios para ópera, videoproyecciones e instalaciones acústicas. Pero decir solo esto sería quedarnos muy cortos. Sus grandes esculturas realizadas con letras y números han renovado en profundidad el lenguaje plástico de la escultura, integrando poesía y conceptualización con propuestas de gran intensidad estética, según valoró el jurado del Premio Velázquez de Artes Plásticas que le concedió este prestigioso premio, equivalente en pintura al Premio Cervantes, en 2013.
De plena actualidad en nuestro país, Plensa, que se formó en la Escola de la Llotja y en la Escola Superior de Belles Arts de Barcelona, ha vuelto a su ciudad natal después de dos décadas sin exponer en ella (la última exposición fue en 1996 en la Fundación Miró). Y lo ha hecho rescatado por el Macba (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) para una retrospectiva que incluye obras que van desde los 80 hasta la actualidad, dando un repaso a 40 años de carrera, y que, como apunta su comisario y director del museo, Ferran Barenblit, “es sonido, el de la materia que vibra, una vibración que penetra en la mente”.
Para quien no lo sepa, Jaume está presente en casi todos los rincones del mundo, siendo uno de los escultores catalanes con mayor proyección internacional. Su obra se encuentra en Londres, Chicago, Nueva York, Venecia, pero también en Niza, Tokio, Montreal, Toronto, y en lugares tan dispares como una pequeña capilla de un pueblo de pescadores en una remota isla japonesa o en una antigua mina al norte de Inglaterra.
También al premio citado anteriormente debemos añadir el Premio Nacional de Artes Plásticas (otorgado en 2012), el Premio Nacional de Arte Gráfico (2013), el Premio de la Fondation Atelier Calder (Francia 1996), la Medaille des Chevalier des Arts et Letras (otorgada por el Ministerio de Cultura de Francia en 1993) o el Premio Ciudad de Barcelona por su proyección internacional (2015), por citar algunos de los más relevantes.
Jaume Plensa, según define el MACBA en su web, “es un artista de materiales, sensaciones e ideas. Su trabajo se centra en la figura humana, en la que confluyen dos vectores esenciales: la materia y la palabra. Al principio de los años ochenta, cuando iniciaba su trayectoria, su escultura era antropomorfa, con volumetrías expresionistas de hierro forjado o fundido que nos transportaban a paisajes humanos de ecos totémicos y primitivos. Tras los conceptualismos de los setenta, el arte se encontraba inmerso en los neoexpresionismos y las nuevas corrientes figurativas. Pero la escultura de Plensa se depuraría rápidamente. En ella aparecen arquitecturas, muros y geometrías que la van vaciando de materia y acercándola a una dimensión literaria. El artista elabora pequeños habitáculos translúcidos que evocan la ausencia del cuerpo humano y la soledad del ser, y que le permiten el acceso a un nuevo tipo de obra que le reportará un amplio reconocimiento. Su escultura se irá desmaterializando y los materiales iniciales como hierro, bronce, aluminio, plástico, alabastro o vidrio darán paso a la luz, el sonido y la palabra. Desde ese momento, Plensa produce grandes rostros y figuras de mujeres y hombres de todo el mundo. Algunas, en una desmaterialización del proceso escultórico, han sido elaboradas con un entramado de letras que deja ver el vacío del espacio interior. Otras son figuras desnudas de distintas etnias que denuncian la vulnerabilidad del ser humano y reivindican los derechos humanos universales. Sus obras apelan a la condición misma del ser: su esencia física y espiritual, la conciencia de sí mismo y de su pasado, sus códigos morales y dogmas y su relación con la naturaleza”.
Pero esto no es todo en un año tan español para Plensa. A la retrospectiva del Macba hay que sumarle su reciente participación en la Feria ARCO de la mano de la Galerie Lelong; Julia, una gran obra de 12 metros de altura realizada ex profeso para la plaza de Colón en Madrid bajo el mecenazgo de la Fundación María Cristina Masaveu, y que desde el pasado mes de diciembre y durante un año podremos disfrutar en este espacio; e Invisibles, la impresionante intervención en el Palacio de Cristal del Retiro de Madrid, perteneciente al Museo Reina Sofía, formada por un conjunto escultórico de tres figuras silentes realizadas con mallas de acero. “El empleo de cabezas -según palabras del crítico de arte y comisario Francisco Carpio para el ABC Cultural- le acerca a uno de los iconos universales de la escultura y, en general, de la representación plástica. Son contenedores de identidad, y también de memoria (que él siempre asocia a lo femenino), y que le sirven para construir un ejercicio volumétrico en el que combina tradición y experimentación. Mediante un sutil y lírico juego entre lo público y lo privado, entre lo íntimo y lo colectivo, entre forma y vacío, Plensa propone una pieza que actúa como eco visual de este difícil y peligroso espacio expositivo”.
De esta forma, podríamos decir que España salda una deuda pendiente desde hace años con un artista colosal que se rifan en todas partes del mundo y que, como tristemente suele ocurrir, no ha sido, hasta la fecha y de manera muy injusta, profeta en la tierra que lo vio nacer.