¿En qué piensa la danza del futuro?

¿En qué piensa la danza del futuro? Porque un cuerpo que se mueve es un cuerpo que piensa desde el cuerpo. Que formula preguntas, que se asoma en las grietas de la condición humana, que transforma el espacio y que evidencia el hueco que el cuerpo deja cuando el cuerpo se desplaza. El cuerpo se nos presenta hoy como uno de los principales campos de batalla del régimen farmacotecnológico, el lugar donde se libran las contiendas de la identidad, del control, de las ideologías del tajo, del capital y de un sistema, en definitiva, que ha sabido poner a la democracia al servicio del mercado y pervertir la libertad de los cuerpos en libertad de consumo.

¿En qué piensa la danza del futuro?

Verónica Forqué.

Durante los últimos treinta, cuarenta o cincuenta años asistimos sin elementos de control a la desmesura de los cuerpos y a la desmesura de los muertos que siembran todos los mediterráneos y todas las gazas del mundo. Y algunas participamos -no solo en el arte-  de prácticas de cuerpo que reivindican el deseo, los fluidos, el contacto, lo común, lo femenino, lo trans-versal, lo animal, lo queer o lo ciborg como movimiento de resistencia a esas fuerzas disgregadoras, fascistas y aniquiladoras de lo humano.

¿En qué piensa la danza del futuro? Acabamos de atravesar y ser atravesados por FAM, el Festival de las Artes del Movimiento de Tenerife. Un evento cultural, es decir, un productor de signos y de significados a partir del cuerpo. Es decir, una acción política cargada de posibilidades y de mensajes tanto en lo que dice como en lo que no se dice. Un encuentro entre artistas, agentes, instituciones y ciudadanía-público que nos da la medida de aquello sobre lo que se construye: la danza del presente, que también es la danza del futuro. Aquí, como siempre, todas nos significamos. Solo hay que saber leer, atender a qué miembros se mueven y qué miembros no. Poner el foco en los discursos que se elaboran y se discuten a partir de una configuración particular de personas, de horarios, de muestras, de intereses, de jerarquías, de edificios, de economías, de mapas, de desplazamientos y de territorios. Personalmente me reconforta encontrar a personas que leen lo profundamente político y transformador de las prácticas artísticas en sí mismas y su pequeña pero urgente incidencia en el conjunto de este régimen aniquilador. Y se me presentan multitud de cuestiones -gran parte de ellas hacia nosotras los artistas- al confirmar cómo gran parte del discurso se construye sobre la desatención a lo que puede un cuerpo y a las múltiples y graves crisis que en el cuerpo toman cuerpo, que en el cuerpo se revelan y acontecen.

¿En qué piensa la danza del futuro?

Guy nader.

¿En qué piensa la danza del futuro? ¿En sí misma? ¿En su autonomía? ¿En lo que es? ¿Y si pensáramos en lo otro? ¿En su heteronomía? ¿En lo que no es? ¿En sus mutaciones? ¿En sus transformaciones? ¿En su potencia?

Reconozco mi fatiga extrema ante la danza que se nutre de sí misma, ante los cuerpos que oprimen y clausuran, a los que sólo producen virtuosismo, a los que replican vestidos de una casposa y obsoleta modernidad tóxicas relaciones de poder: hombres elevando y lanzando a mujeres como en el ballet decimonónico, signos que evidencian quién paga y quién cobra, quién dirige y quién trabaja sobre el escenario. Ni me excitan, ni me invitan ni me reconocen como un público capaz de construir-con. Ni me conmueven, ni me confrontan, ni me interesan (inter-essere).

Pensemos, pues, la danza del futuro.

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