Cristina Déniz: La paz que rodea la muerte

Ya el día de la inauguración de Sacer. Rituales, sacrificios y ofrendas, al entrar a la sala me sentí sobrecogido. Los huesos y la muerte me rodearon rápidamente. No fue hasta que me fui sumergiendo en el aparentemente tétrico mundo de Cristina que empecé a entender el su significado. Después de haberla visto entera y salir de la sala, me fui a casa con una sensación de paz inmensa. Un soplo de tranquilidad que me dejó como flotando el resto del día.

Cristina Déniz: La paz que rodea la muerte

Cristina Déniz Sosa en la Sala de Arte Contemporáneo del Gobierno de canarias (Sala SAC). Foto: Victor Jorge.

‘Sacer’ significa sacrificio a los dioses. También es el nombre de la última exposición de la grancanaria Cristina Déniz Sosa. Tuve la oportunidad de conocerla y hablar con ella en la Sala de Arte Contemporáneo (SAC). Cristina me habla de cómo se aproximó a este concepto de epistemología latina: “Estaba buscando una palabra que significara ‘sagrado’, pero quería una palabra que fuera más allá. Buscando encontré ‘sacer’, y me encantó”. Es el acto de convertir algo en sagrado, y presenta una dualidad que resulta interesante: “Puede ser algo malo, como matar animales para el sacrificio, o puede ser algo bueno”.

Trabajar en esta exposición, Ir de caminata, llegar al estudio, limpiarlos, tratarlos, buscarles su sitio. Ha sido como un trance, un bucle continúo”

En el caso de Sacer. Rituales, sacrificios y ofrendas’, es la segunda opción, la de significarlo como algo positivo. Cristina construyó este viaje al más allá con “reliquias” que ha ido encontrando. Este proceso lo describe como una especie de ritual, el encontrar los huesos, colocarlos, limpiarlos, darles ese aspecto… Y lo vive de una manera muy especial y particular, porque adora a los animales, es vegetariana y nunca ha matado a ninguno. “Ir de caminata, llegar al estudio, limpiarlos, tratarlos, buscarles su sitio. Ha sido como un trance, un bucle continúo”, expresa la artista.

Cristina Déniz: La paz que rodea la muerte

Esqueleto entero de un gato. Foto: Victor Jorge.

Al contarme que era vegetariana le pregunté si no le resultaba difícil trabajar con restos de animales muertos: “No tuve ningún prejuicio al hacerlo. Yo lo veo de otra manera y les tengo un respeto profundo a los animales”. Pero sí que le comentaban podría tener problemas con algún grupo animalista, circunstancia que no entendió por considerarse una defensora de los animales. Sobre esto hace la siguiente reflexión: Sí es verdad que a la gente le puede chocar más ver esto aquí que verlo en su casa después de comerse un pollo; pero está normalizado”.

Me cuenta también una anécdota sobre la exposición: “El otro día salió un señor llorando de la sala y me dio un abrazo; y me quedé sorprendida”, ya que no se esperaba una reacción así. Porque al final Cristina hace una crítica a cómo normalizamos comernos animales a diario.

De casi todos los sitios que he visitado me he llevado huesos en la maleta”

Y es que el tratamiento de su obra es parte fundamental de ella. Sin entender este proceso no se podría llegar a entender su obra. Piezas que proceden, no solo de barrancos y montes canarios, “también de otros sitios como Japón, Cerdeña, Croacia… De casi todos los sitios que he visitado me he llevado huesos en la maleta”, cuenta Cristina. Comenta con humor cómo vive el momento de pasar el control en los aeropuertos, pensando: “como me paren en este control a ver cómo explico yo esto”.

Ella no solo trabaja con huesos blancos impolutos, limpiados por las lluvias, los animales, el sol y otros elementos naturales, también lo hace con algunos con restos, y necesitan de un proceso de limpieza. “En todo momento he estado asesorada por un amigo restaurador y una compañera de trabajo”. Para preservar lo mejor posible los huesos ha contactado incluso con conservadoras del Museo Canario. Y al preguntarle por el proceso concreto me dijo con una normalidad pasmosa: “Legía, legía con limón”. Aunque esto es únicamente para limpiarlos, para la conservación posterior utiliza “una cera microcristalina para parar el proceso de deterioro, para sellarlos y que nos les cambie el color”.

Cristina Déniz: La paz que rodea la muerte

Entrando ya su obra, Cristina se caracteriza también por la investigación: “En una caminata encontré una vértebra de una cabra y me fijé que tenía forma de corazón, como un sagrado corazón. Después investigué y descubrí que todas las vértebras de mamífero tienen una forma similar”. Esta forma se puede encontrar en las de la sección lumbar. Fue por esto por lo que realizó este collage de huesos a modo de mural que se llama Sagrada vértebra de todos los huesos rotos. Las piezas de latón pulido de los lados, explica, las creó “como emulando un retablo de una iglesia, que tiene esas puertas doradas”.

Es un tema un poco duro, pero parece que he conseguido mostrarlo de una manera amable”

La sensación de paz que sentí al ver su exposición no parece que sea algo particular: “Me lo ha dicho un montón de gente y me sorprende un motón”. Cristina está encantada de esta reacción, sobre todo porque “es un tema un poco duro”. Y ha intentado mostrarlo de una manera amable, “y parece que lo he conseguido”, dice la artista. Como ella misma dice “es complicado transmitir buen rollo estando rodeado de muerte”, pero lo ha logrado sin lugar a dudas.

Cristina Déniz: La paz que rodea la muerte

Sagrada vértebra de todos los huesos rotos. Foto: Victor Jorge.

La sensación se debe también a la manera de comisariarla y montarla, siendo ella misma la responsable de ello, y de la delicadeza de sus piezas, muchas pequeñas y estéticamente cuidadas al milímetro. Este aspecto está muy relacionado con su faceta de joyera, especializada en joyería en la Escola Massana, Barcelona, en 2005. En algunas de sus obras, sobre todo en las más pequeñas, se puede identificar de manera inequívoca: “Hay algunas que al principio fueron pensadas como joyas. Tiene plata por encima y por debajo”. Ella no cree en las joyas como en un objeto de lujo o de ostentación, para ella “el cuerpo es como una galería y la joyería como parte de tu vestimenta o de tu forma de ser”. La entiende como una obra de arte que se puede llevar puesta.

Otra obra que me llamó la atención por su distinción formal con respecto a las demás fue Exvotos. “En las paredes de las iglesias hay ojos, manos, piernas… Y según el santo se le lleva una determinada ofrenda”, comienza explicando el concepto de ‘exvoto’. Es una ofrenda con una fuerte carga simbólica, y se hace con un objeto que represente la petición. Pero los de Cristina no son los exvotos tradicionales, la artista los reinterpreta y los trae a la contemporaneidad. Los explica así: “Un like, que se da para recibirlo a cambio, una mano de muñeca (que los exvotos siempre eran muy naif), el sagrado corazón como icono de redes sociales, en vez de una pierna puse una prótesis, el ojo como un guiño al de Gran Hermano… La fertilidad la simplifiqué, el diente que como si fuese un diseño de un tatuaje”. Todo con referencias actuales, pero exvotos al fin y al cabo.

Cristina Déniz: La paz que rodea la muerte

Exvotos. Foto: Victor Jorge.

Otra pieza destacable es el círculo de cuernos de cabra. “Esta ha sido la pieza más difícil porque los huesos de cabra se suelen utilizar mucho para hacer el mango de los cuchillos canarios”, explica, y también por su color y apariencia de ramas o troncos secos. Esta pieza da la sensación de estar frente a un “círculo ritual para hacer algún sacrificio”, dice Déniz.

Y donde más se podría identificar el la defensa del animalismo de la artista es en Trofeos. Esta obra impacta y lleva a la reflexión de una manera inexorable. Son cráneos de gatos y los ha presentado “como trofeos de caza, en un guiño a lo duro que es cuando ves esos trofeos si piensas que los han matado y colgado”, explica hacienda alusión a la normalización. Esta obra es como quitarle la parte estética al trofeo de caza y ver que debajo de esa cara de animal hay muerte.

Cristina Déniz: La paz que rodea la muerte

Trofeos. Foto: cristinadeniz.com

Si pudiera vivir creando todo el rato estaría genial”

Cristina Déniz es también conservadora del CAAM, y ahora mismo se queda con su mitad de artista, aunque “es muy difícil sobrevivir de esto”. Y también le gusta mucho su trabajo como conservadora porque aprende muchísimo y desde ese lado “ves las cosas malas de los artistas, cómo se crea una exposición, aprendes de montaje…”. Le gusta sí, pero prefiere el del artista. “Si pudiera vivir en mi estudio creando todo el rato estaría genial”, termina Cristina.

Esperemos que se quede más en este lado que en el otro, sin dejarlo del todo. Esperemos que podamos volver a disfrutar de su obra, de que nos emocione y nos llene, de paz, de angustia, de intriga… Que nos llene, al fin y al cabo, como lo ha conseguido hacer con Sacer. Rituales, sacrificios y ofrendas.

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