‘ZONA CERO: Cenotafio Digital’, el monumento a la muerte de Yosi Negrín en El Tanque
Zona Cero, Cenotafio Digital es una instalación inmersiva e interactiva que plantea la construcción de una arquitectura de excepción por medio de la búsqueda y conmemoración de la muerte digital de la imagen y del paisaje. A través de esta instalación monumental, Yosi Negrín plantea preguntas sobre esta relación entre paisaje e imagen: ¿dónde muere la imagen? ¿A dónde van las imágenes cuando se olvidan? ¿Cuánto espacio físico ocupa esta misma imagen digital?
La construcción de la Zona Cero surge de la idea de conmemorar a los desaparecidos virtuales: las imágenes pasadas, aquellas dejadas atrás, enterradas y olvidadas en el e-archivo. Con este monumento de muerte, este cenotafio, se conmemora y honra la ausencia de la imagen digital. Una ausencia generada por su propia superproducción y abundancia. El “cenotafio” es una tipología arquitectónica simbólica de voto o promesa en honor de ilustres difuntos, cuyos cadáveres están demasiado lejos como para enterrarlos o, directamente, se han perdido. La palabra cenotafio deriva del griego kenos cuyo significado es ‘vacío’ y taphos que significa ‘tumba’. En este caso, los cuerpos muertos son aquellas imágenes de infinidad de paisajes que se han desmaterializado en internet y que se almacenan físicamente en desiertos o glaciares, bajo arquitecturas robotizadas, oscuras y refrigeradas.
La estructura principal de Zona Cero es una gran esfera a la cual los espectadores pueden acceder, colocada encima de un coche en ruinas. En esta esfera, una cámara 360o graba su imagen en tiempo real para incluirla dentro de la proyección presente en la enorme pantalla de la sala. Esta proyección es el otro gran elemento de la instalación, en la cual vemos canteras de piedra, embalses, tanques; todas naturalezas que surgen de la propia conversión geológica del territorio canario hecha por el humano. Es en este gran panorama donde se almacenarán, de manera secuencial y continuada, el rastro de todos los visitantes que entren en el cenotafio digital. Así, la imagen de cada persona habitará estos paisajes deshumanizados, haciendo que la instalación varíe a lo largo de las semanas, fluctuando y registrando en la pantalla todos los visitantes que pasen por allí.
La figura del coche que acompaña a toda la instalación se muestra aquí abandonada y desmembrada. El coche manifiesta el papel fundamental del vehículo individual como constructor del paisaje colectivo. Partiendo de Google StreetView como el panóptico visible del siglo XXI, el coche es, al fin y al cabo, el principal protagonista en la construcción de la imagen que almacenamos sobre el territorio. Además, toda la Zona Cero se encuentra acompañada por la instalación sonora creada por Pedro D. Sáiz, una pieza atmosférica inédita que enfatiza el carácter post apocalíptico de este paisaje. Como adición a esta experiencia inmersiva instalativa, el día de la apertura, la instalación se activará con una performance continuada, a través de varios cuerpos anónimos y foráneos que pasean desorientados por el espacio. La exposición será también visitable en red a través de la plataforma Twitch, ofreciendo la oportunidad de seguir el camino que tome el proyecto hasta su clausura, ampliando la manera de entender la experiencia artística más allá del espacio expositivo.
En Zona Cero, Cenotafio Digital, naturalezas vivas y muertas conviven con maquinarias, automóviles, pantallas, restos agrícolas e imágenes producidas por inteligencia artificial tratando de recrear nuestras ruinas del futuro. El Tanque se convierte así en un cementerio cuyo recorrido inmersivo e interactivo a través de arquitecturas de carácter funerario y mitológico pretende despertar estas mismas sensaciones desoladoras: un paisaje abandonado del futuro, un archivo físico y digital de lo muerto. Mediante los distintos elementos que componen la instalación, vegetales y maquinarios, se reconstruye este paisaje apocalíptico del futuro. Tal y como el cementerio ocupa la tierra con sus cuerpos, Zona Cero acapara la nube con sus imágenes olvidadas. La incidencia de lo digital en lo físico se hace tangible a través de los cadáveres tecnológicos que encontramos en este recorrido expositivo: ordenadores, teclados, torres… Por otro lado, la presencia del e-archivo se materializa en la pantalla, donde se proyecta este viaje aéreo continuo por el territorio canario.
En Zona Cero, la idea del cenotafio conversa directamente con el edificio, que un día fue un depósito de refino de crudo de petróleo. El Tanque es una huella del patrimonio histórico industrial de la ciudad, un esqueleto superviviente y reconvertido, de lo que sería un espacio estriado y degradado de la costa de la capital tinerfeña. La Zona Cero nos ofrece la posibilidad de repensar la relación que tienen los espacios dedicados al arte con los restos de nuestro pasado, así como con los restos que generamos para el futuro, ya sean digitales o físicos. El museo, los espacios que consagramos al recuerdo mediante el afán de recolección, se convierten en una especie de cementerio mediante la acumulación. Las piezas del pasado son pequeños gestos, ya muertos, que se conservan con la esperanza de obtener un recuerdo de lo que fue en el futuro.