Conversación con Guillermo Rodríguez, un grande de la fotografía

Degustador de culturas y sus gentes, vivo e inquieto, Guillermo (Madrid, 1981) ha cultivado un corpus fotográfico con una fuerza expresiva que impacta. En su vida errante se ha enamorado e inspirado en las ciudades, y ha encontrado refugio en la naturaleza, aportando un toque de otro mundo y atemporal a sus imágenes. Ejercicios de colores saturados, formas, geometrías, luces y sombras con sujetos enigmáticos como protagonistas pausados en ese momento mágico de acción y tensión, composiciones entendidas a modo de tráiler de una buena película. Como buen forastero está lleno de vivencias y ha caminado mucho para llegar al punto de excelencia en este medio. Sus palabras humildes y reveladoras cautivan tanto como cada una de sus fotografías. Les invito a disfrutar de sus chasquidos vivenciales. Atentos.

Conversación con Guillermo Rodríguez, un grande de la fotografía

Foto: Guillermo Rodríguez.

El recorrido profesional de Guillermo Rodríguez es admirable y es una prueba más de su talento como fotógrafo. Después de su paso por el Centro Internacional de Fotografía y Cine en Madrid, continúa ganando experiencia en compañía de Jose Latova y Rafael Roa en Madrid, y de Tomás Casademunt en México. Trabaja también como colaborador en prensa, para el periódico El Economista y la revista Masscultura. Profundiza en destrezas técnicas en el estudio ASF. Su inspiración se va centrando en la naturaleza y el ser humano. Participa en numerosas exposiciones: Espejos de la Imagen, una Historia del Retrato en España 1900-2000, Festival Explora Foto en Salamanca, Tazarona Foto 2004, Estupor y Temblores, 10 fotógrafos traducen a Amélie Nothomb en León entre otras. Trabaja en la industria del cine en películas como Soldados de Solamina y Bienvenido a casa (David Trueba), Bajo las estrellas (Félix Viscarret) entre otras, también en documentales: El Museo Nacional del Prado de Madrid y el Museo Arqueológico de Alcalá de Henares. Ilustra con sus fotos producciones musicales y libros (también algunas guías) probando su versatilidad. Su fotografía ha pisado grandes medios como El País Semanal, Vogue, Rolling Stone, Cinemanía y El Mundo entre otros.

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Foto: Guillermo Rodríguez.

Tanto en el mundo de la naturaleza y animal como en los contextos urbanos nuestro protagonista ha encontrado imágenes extremas y saturadas que gritan mucha distinción. Nos presenta otros mundos, casi como otros planetas o al menos otros tiempos, más interesantes y complejos de lo que comúnmente se puede apreciar en ellos. Esta capacidad se convierte en una máxima en su obra, como si Guillermo contase con un prisma que cambia la realidad y le diese toques de atractivo extraños y atemporales. Sobre este dualismo entre el campo y la ciudad en su producción, Guillermo me contaba: “La cámara es ese artilugio tan hermoso que va a tu lado por la vida. Y mi vida ha ido dando bandazos entre el campo y la ciudad. Los resultados son más una casualidad de los caminos que he ido tomando. La verdad es que en la naturaleza hago muy pocas fotografías. Nunca he sentido hacerle justicia, me resulta muy difícil, es tan brutal, tan perfecta, tan compleja, tan bonita, que siempre te quedas corto. La ciudad te permite más errores, es mucho más imperfecta, más canalla, me resulta un poco más fácil, hablando a nivel estético. Probablemente me surgen más imágenes en un polígono industrial que en un bosque. Y quizá en el bosque la cámara me llega a sobrar porque lo disfruto con otros sentidos. La ciudad y las multitudes me resultan bastante hostiles, pero también tienen un fuerte efecto de atracción. Empecé a hacer fotografías en la ciudad después de vivir unos años en el campo. Creo que la cámara me ayudó a asimilarlas de nuevo y a volver a adaptarme a ellas”.

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Foto: Guillermo Rodríguez.

El paso por el cine de Guillermo ha estado marcado por grandes producciones y siempre con grandes nombres, sospecho esta inmersión en el séptimo arte ha debido ser una experiencia bastante rica y enriquecedora. Intrigado, le cuestiono a Guillermo cómo explicaría de forma sencilla la diferencia entre fotografiar y la fotografía en el cine y qué puntos en común encontró entre ambas vertientes, sobre esto gentilmente me apuntaba: “La fotografía en el cine lleva el fotografiar a sus máximas expresiones y complejidades. También tienen muchos más recursos temporales para contar una historia o transmitir un sentimiento. Comparten toda la genética pero hablan de maneras distintas. Viendo Ida, de Pawlikowski, me paso una cosa: alucinaba con cada plano, una obra de arte detrás de otra, maravillosos, y sin embargo esa perfección me terminó sacando de la película. Tenían esa concentración de elementos que necesitas en un imagen fija perfecta”. Es cierto que cuando nos quedamos con elementos parciales de una película puede ser un motivo para distraernos de la historia y la conexión emocional. Guillermo me explicó algo más sobre el asunto: “Solo he trabajado como foto fija y cubriendo un poco toda la parte del cómo se hizo y fotografías que producción luego utiliza para repartir en prensa. He tenido el privilegio de ver trabajar a grandes maestros de la fotografía, dando vida con luz a sus películas, y de poder aprovechar desde un rinconcito todo ese ambiente mágico que generan. Son increíbles. Siempre he sentido admiración por las personas capaces de crear de la nada”. Como tú querido Guillermo.

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Foto: Guillermo Rodríguez.

La trayectoria profesional de Guillermo es múltiple y diversa, por ejemplo, encontramos comisiones de portadas de libros y CD. Sobre estos trabajos, me pregunto cómo entiende estos formatos. Me pregunto también si su inspiración empieza por el contenido, artista o el título. Sobre estos procesos creativos, Guillermo me sumerge en una de sus anécdotas: “Tuve la gran suerte de poder disfrutar de Bebo Valdés… y estar en algunas grabaciones. La música es otro de los imprescindibles en la vida, y la grabación de un disco te transporta a otra dimensión. Los estudios de grabación son esos lugares casi místicos donde tantas cosas han sucedido, y te encuentras el sonido puro y crudo de los artistas dando lo mejor de sí mismos. Estando ahí, lo difícil es acordarte de que también tienes que hacer fotos…Pero vamos en mi caso fueron unas experiencias muy puntuales, no es un mundo en el que me moviera. De los libros pues tengo diferentes experiencias. Hice uno de monasterios españoles, que disfruté muchísimo. Me encanta la carretera y tuve que hacer un montón de kilómetros por zonas donde nunca había pasado, siempre en entornos espectaculares. Bueno, y los monasterios… que tenemos auténticas joyas. En cuanto al proceso creativo… digamos que vas concentrado en tratar de hacer un trabajo técnicamente correcto y bien hecho, cuidando la luz, las líneas, los encuadres, contando lo mejor posible los espacios y tratando de intentar que cada foto recoja lo más posible todo lo que transmiten esos lugares. En estos casos dejas de lado tu parte más personal, y te centras en ser lo más fiel que puedes. El libro de El Candeal, fue un rodaje también. El libro vino después. Estuvimos mes y medio en Bahía (Brasil) inmersos en un montón de experiencias sociales, humanas y musicales, rodeados de gente muy valiosa. El trabajo lo hice junto a David Airob, del que aprendí mucho (él sí es un grande)”. Guillermo tiene ese halo de modestia que hace a un artista más fácil de entender y de identificarse con él, a pesar de su mastodóntica producción artística, mantiene una calidez, inocencia y sencillez en sus palabras. Recuerdo que durante el proceso de este artículo, le dije en numerosas ocasiones que me parece que es uno de los grandes en el mundo de la fotografía, digno de pertenecer a la mejor agencia tanto a nivel creativo, expresivo, como a nivel técnico, ante estas palabras Guillermo casi que se defendía, y me lo podía imaginar ruborizado en el Taller Belluga: su taller de madera donde estos días se encuentra creando otro tipo de obras, pues como ARTISTA es capaz de adaptarse a diferentes medios y herramientas. Pueden echar un vistazo en Instagram a su trabajo con la madera en @tallerbelluga, y leer su evolución en esta disciplina.

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Foto: Guillermo Rodríguez.

En un mundo globalizado, parece que como errante, Guillermo se siente ciudadano del mundo. Leí que no le gustan las banderas, y me pregunté qué diferencias y similitudes encuentra entre Madrid y México como motores para su producción. Guillermo apuntaba casi en verso: “México y Madrid son dos ciudades en las que he vivido. Las he podido ver día tras día, lloviendo, con sol, con gente, sin gente, al amanecer, al anochecer, sus rutinas, sus personas, sus historias… Diferentes códigos, diferentes estéticas, pero esencias parecidas. Compartimos mucha historia”. Cabe también preguntarse qué lugares del mundo han logrado tocarle más como fotógrafo. Continúa: “Estamos tan globalizados que de alguna manera ya hemos vivido en todas partes. Me he dado cuenta de que cada vez me gusta menos viajar. No me entiendo bien como turista, y cada vez es más difícil no serlo. Sin embargo, me fascina vivir en lugares diferentes. Pasar tiempo en cada lugar. Cambiar de experiencias y estímulos, pero poderles dedicar tiempo para conocerlos (también viví en Lanzarote un par de años… que veo que eres canario). Durante muchos años soñaba con experiencias lejanas y transcendentales, pero al final creo que es mucho más interesante fotografiar lo que tienes cerca. Aprender a ver dónde estás cansado de mirar y sin embargo donde puedes re-descubrir todo. Cuando volví a Madrid después de años fuera, disfruté muchísimo de poder mirar mi ciudad otra vez y darme cuenta de que nunca la había mirado con detenimiento… La Ciudad de México es difícil. Tiene tantas posibilidades que terminaba colapsado y sin sacar nada que estuviera a la altura. Es infinita esa ciudad. Alucinante, amor y odio en dosis gigantescas. También iba más incómodo que en Madrid con la cámara…Creo que lo importante es sentir lo que estás viviendo, y según cómo lo sientes, tus ojos se fijan en universos diferentes. No lo sé. Pero no hay que irse lejos”.

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Foto: Guillermo Rodríguez.

Guillermo hace sencillo el trabajo del entrevistador, siento que sus respuestas fluyen casi a modo de conversación con un amigo compartiendo un café. Sobre sus influencias y referentes enumeró: “Qué difícil, hay tantos tan increíbles… Sería interminable la lista, ni los recuerdo a todos. Algunos fotógrafos por los que he tenido gran debilidad en diferentes momentos de mi vida podrían ser Jacob Aue Sobol, Martin Parr, Koudelka, Saúl Leiter, Harry Gruyaert, Alex Web, Moriyama, Bresson, Robert Frank, Mary Ellen Mark, Navia, Cristóbal Hara, Cristina García Rodero… No sé, es tal placer ver buenas fotografías y hay tantos buenos fotógrafos. Ramón Masats, Brassaï, Fred Herzog, no tan famosos como Evgenia Arbugaeva, Mike Brodie, Teryoshi, Niall McDiarmid… Por supuesto un paseo por Magnum y termino con los ojos como platos. El último libro que me he comprado: Perfect Day de Txema Salvans, me encanta su trabajo, palabras mayores. ¿No te sorprendo verdad? Los grandes que nos gustan a todos. Los primeros años, cuando me llamaba mucho el retrato (luego fui desistiendo por mis dificultades con las relaciones humanas jeje) me encantaba ver los trabajos de Arnold Newman, Alix, Avedon… En cine tengo especial debilidad por Wim Wenders. También se podría empezar y no parar, otro universo infinito, Herzog, Lynch…”.

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Foto: Guillermo Rodríguez.

A nivel estético, Guillermo muestra una cuidada atención y atracción por las sombras, formas, geométricas, texturas y repeticiones, también destacan los vacíos compensados, colores y la luz forzada sobre los sujetos. La realidad aparece sin una impostada belleza. Esboza sugerencias de posibles historias, por ejemplo, en los encuentros inesperados en muchos casos efectistas o extremos, aunque a veces minimalistas dentro de la complejidad de las composiciones. Estas elecciones compositivas descubren una persona muy despierta y atenta con todos los sentidos alertas. Me pregunto si decide coger la cámara en un paseo o si planifica esos hallazgos. Guillermo vuelve a abrirse como creador: “Mi vida como fotógrafo ha tenido dos partes bastante diferentes. Empecé bastante joven trabajando y aprendiendo de fotógrafo (a los 19) y durante bastantes años apenas hacía fotos fuera de encargos o trabajos. Después desconecté unos años de la fotografía. Al regresar a ella, la parte laboral disminuyó mucho… hasta no poder vivir de ello. Y, sin embargo, empecé a llevar conmigo la cámara a todas horas. Gran parte de las fotos que has visto en Instagram, montón de kilómetros en las piernas, horas y horas por las calles. Y quizás, las fotografías más “personales” y de las que más contento estoy por todo lo que he ido sintiendo al hacerlas. La debilidad por las geometrías, por concentrar la atención, por aislar, por descontextualizar, por los espacios, por el abandono, por la soledad, por las sombras… realmente no tengo ni idea. Imagino que es la suma de mis influencias con mis problemas psicológicos. Al fotografiar por la calle nunca me ha gustado planificar, porque terminas persiguiendo algo concreto que es difícil que aparezca y te pierdes un montón de cosas”. Me siento privilegiado en poder leer tus respuestas Guillermo, como fotógrafo es inspirador conocer tus modos. Sigue: “Con los lugares he sido constante, tienes que volver y volver a los lugares que te despiertan cosas. Si he elegido las horas de luz, pero como me he movido cómodo por las luces duras y de horas supuestamente terribles, he tenido mucho margen de maniobra. Muchas veces vuelves a diferentes horas también, buscando otras luces. Noté mucha diferencia al llevar la cámara siempre encima, a todas horas y a todas partes. Y al comprarme unos zapatos buenos. Es cuando empiezas a ver todo lo que te rodea como pequeños fragmentos que puedes recortar y quedarte. Es gratificante empezar a mirar con más atención. Ya sea yendo al supermercado o de camino al metro. Aunque sea sin cámara, mirar la vida con detenimiento. Tus sentidos se despiertan. Ahora que llevo dos años en el campo, centrado en mis tomates, mis gallinas y otros menesteres, me cuesta mucho más tener esa mirada sobre las cosas, necesita estar engrasada, necesita estar despierta, por lo menos en mi caso, claro”.

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Foto: Guillermo Rodríguez.

En la era Instagram, le apunto a Guillermo si de alguna forma es consciente de que muchas de sus fotografías son caramelos en esta red, y por otra parte, si conoce la aceptación y el resurgir de la fotografía de calle gracias a Instagram. Le pido esta vez que me hable de su relación con las redes sociales y el ruido mediático que producen. Su visión dista mucho del romanticismo imperante, y nos da sus bocados de realidad: “Lo de caramelos en la era Instagram no sé si tomármelo como algo bueno o malo… Creo que todos somos conscientes de que Instagram no se rige por la calidad. Tiene sus propias reglas. Al final es una herramienta diseñada por unos tipos que su único interés es hacer dinero consiguiendo que pases el mayor número de horas posibles en la aplicación. Que te sientas acompañado, parte de algo y lo más especial posible para que sigas acumulando horas. Y que sus algoritmos llenen tus ojos de imágenes con determinadas características para que pases aún más horas…Yo no sé qué pensar, más bien tendríamos que ver la intención de los que lo diseñan. Les pagan para que sintamos que es útil e imprescindible, pero les restringen a sus hijos usarlas. Nosotros como fotógrafos somos más fácilmente manipulables con sus virtudes y utilidades, y nos cuesta poco encontrarle ventajas y justificaciones. A todos nos ha aportado cosas. A mí me ha ayudado como ejercicio, con algunas rutinas fotográficas. He disfrutado del trabajo de un montón de gente súper buena que no conocía. He entablado contactos. No estaría escribiéndote ahora si no fuera por Instagram. Pero a la vez lo siento como una trampa tan grande que no tenemos ni idea de las consecuencias. Es la herramienta “ideal” para fotógrafos que acabará con los fotógrafos. Y encima consigue que de todo termines empachado. Con la fotografía de calle me ha pasado un poco. Uso y desgaste sin piedad y al siguiente tema. ¿Qué va a ser de nosotros? ¿Cómo será la resaca de la era del abuso de la imagen y de las redes sociales? Del ruido mediático, por suerte no lo he tenido que sufrir”.

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Foto: Guillermo Rodríguez.

Antes de despedirme de Guillermo, le pido que me cuente eso que no ha salido, y me confiesa: “Qué raro y difícil es hablar de uno mismo. Lo que has podido leer en el currículum queda un poco lejos ya (fue entre 2000 y 2010 casi todo). Luego me fui a vivir a una furgoneta y me pasé el día escalando y viajando durante varios años. Quizá la parte más importante para mí es la última etapa, esa parte más personal que has visto muchas por Instagram. Las fotografías que he podido realizar desde el 2015. Y ahora pues eso, bastante apartado también, centrado en otras cosas (Woodeando que ha dado paso al Taller Belluga, Granada). Pero el virus nunca abandona el cuerpo…”.

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Foto: Guillermo Rodríguez.

Gracias Guillermo por tu confianza y por el mimo de tus respuestas con ese tono tan confesional, me siento privilegiado por saber más de ti.

Página web: https://guillermorodriguez.com/

Instagram: @grodriguezphoto

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