Desde dentro
Cartas a Van Gogh
Vincent Van Gogh fue un pintor neerlandés del que todos hemos oído hablar, bien por su peculiar trayectoria vital (su obra fue concebida en su totalidad en 9 años), su afición por la absenta, el incidente con su oreja, la belleza, color y técnica de sus pinturas o bien por el precio exorbitado de estas en el mercado del arte. Además de la herencia artística, la fuente más rica de información que se posee del personaje, es la extensa correspondencia que mantuvo con su hermano Theo, con quien mantuvo una fuerte amistad desde su infancia, y quien le aportó a Van Gogh ayuda económica hasta el último día de la vida del artista.
Más allá del mito por el que es conocido, de su episodio psicótico que le llevó a cortarse su oreja tras un desacuerdo con Gauguin y regalársela a una prostituta (si bien recientemente se ha considerado la opción de que fue Gauguin quien se la cortó a Van Gogh y no fue regalada) y lejos de tratar de realizar el arduo diagnóstico de su condición mental de la que tanto se ha especulado (trastorno bipolar, epilepsia, psicosis cicloide…), hoy mi intención es la de tratar de acercarnos a la experiencia subjetiva del artista, rescatando extractos de las cartas, atendiendo a su contenido y viendo cómo se relaciona con las distintas etapas en la vida y en la obra del pintor.
En 1881 viaja a La Haya donde toma clases de dibujo con Anton Mauve. Se inicia en la pintura a los 28 años y comienza su primera etapa, caracterizada por colores oscuros y temática campesina. En estas circunstancias, conoce a una prostituta embarazada de la que se enamora y mantiene una relación, aun teniendo que ser internada por gonorrea y ser descrita como alcohólica, caprichosa y nada fiable. En una carta a su madre en 1883 habla de su separación: “No podemos marchar hacia el futuro juntos: es imposible, a pesar de que dependemos tanto uno del otro” Entonces se muda al norte del país y cae en un estado de ánimo sombrío. “Ayer dibujé raíces de roble podridas. El pantano con las raíces en descomposición era totalmente melancólico y dramático, como Ruysdael o Jules Dupré. Creo que he encontrado mi lugar. Acontecimientos que ya se anuncian arrojando su sombra, dice un proverbio inglés.”
En 1885 en Antwerpen presenta su trabajo para ingresar a la clase de alumnos avanzados, que es rechazado. Esto tras 3 meses de trabajo intenso donde no toleraba los consejos y críticas de nadie. Más adelante en 1886 Theo le presenta a impresionistas como Toulouse Lautrec, Pisarro y Gauguin. Se ve la influencia en el color de sus cuadros, pasando a ser más claros y vivos.
En 1888 viaja al sur para buscar la luz clara y la calidez de los colores del sur, disfrutando de la primavera y trabajando arduamente. “Estoy en medio de un verdadero furor por el trabajo. Los árboles están en flor y quisiera terminar un jardín frutal provenzal con su irresistible alegría. Me resulta casi imposible escribirte con la mente serena”. En verano se hacen frecuentes los abusos y hábitos nocivos: “El señor Rey dice que en vez de comer lo suficiente y en forma regular, me mantengo con café y bebidas alcohólicas. Lo reconozco. Pero para lograr la nota amarilla y penetrante este verano, tuve que exagerar un poco las cosas”. Es después de este período estival donde Van Gogh vuelve a ensombrecerse y surgen los cuadros nocturnos, donde pintaba a altas horas de oscuridad acompañado de velas en su sombrero y el caballete. “En mi cuadro del Café he tratado de expresar que es un lugar donde uno se puede volver loco y puede cometer un crimen. Todo esto expresa una atmósfera de un bajo mundo ardiente, un sufrimiento pálido en una oscuridad que se ha apoderado de un hombre que ya no está más despierto.”
“No estoy enfermo, pero me enfermaré sin duda alguna si no me alimento mejor y dejo de pintar por algunos días. Casi he caído en la locura de Hugo van der Goes, en el cuadro de Emile Wauters (cuadro donde el pintor holandés del gótico tardío Van der Goes fue fijado en uno de sus ataques de éxtasis). De todos modos, no creo que mi locura sea un delirio de persecución, pues mis sensaciones durante el estado de excitación se dirigen siempre a una ocupación con la eternidad y con la vida eterna”. Es en diciembre de este mismo año donde tiene lugar el incidente de su oreja, seguido de su internación en el Hospital de Arles. 14 días más tarde es dado de alta.
En Febrero de 1990 más de 80 vecinos elaboraron una petición para su reclusión que es aceptada a pesar de que en ese momento Van Gogh no mostraba ningún síntoma. “Te escribo en plena posesión de mis fuerzas espirituales. Si no hubiera contenido mi indignación, hubiera sido declarado de inmediato loco peligroso”. Es en esta última etapa dónde más producción tiene, junto a las constantes entradas y salidas de centros donde se le atendía por su estado mental.
Tras la visita a su hermano en parís en Mayo, comienza el período de Auvers, iglesia donde pasó sus últimas semanas y entabló una amistad con Dr. Gachet, quien le admiraba y era aficionado al dibujo. “El Dr. Gachet me parece tan enfermo y nervioso como tú y yo y además es mucho mayor. Ya somos muy buenos amigos”. El 27 de julio se disparó a sí mismo en el pecho pero sobrevivió y falleció más tarde, el 29 de julio de 1990.
*Referencia: http://www.alcmeon.com.ar/5/19/a19_07.htm