El Intrarrealismo, Juan Antonio Guirado y el compromiso artístico con la mirada subjetiva

Friederich Blume, filósofo y musicólogo alemán del siglo XX solía sentenciar que “el Arte es el medio más efectivo para ahondar en uno mismo y transmitir ese recién encontrado conocimiento al mundo, convirtiendo una experiencia personal en una verdad universal”. Bajo esta premisa, que resume toda su obra, quisiera presentarles al artista Juan Antonio Guirado (Jaén, 1932-Almeria, 2010) principal ejecutor del intrarrealismo en España.

Antes de adentrarnos en las bondades de la pincelada y ejecución de este referente, comencemos planteándonos una pregunta que puede resultar tan llana como compleja: ¿Qué es el intrarrealismo?

Los Profetas, de Juan Antonio Guirado

Los Profetas (2009), de Juan Antonio Guirado. Imagen: artenjaen.com

Tendiendo a desglosar el término nos vienen a la cabeza los llamados “Ismos” de las vanguardias europeas (surrealismo, expresionismo, cubismo, dadaísmo…) pero al encontrarnos con el prefijo “intra” y la referencia a la “realidad” quizá nuestras consideraciones artísticas se nos escapen de las manos.

Permítanme entonces, queridos lectores, que arroje luz sobre este movimiento: a la lumbre de los acontecimientos bélicos como la Guerra Fría (1962-1979) o la guerra árabe-israelí (comenzada en 1973), un grupo de creadores encabezados por Agapito Vallmitjana Barbany (escultor catalán de enorme talento del que hablaremos en otra ocasión) decidió alimentar la conciencia nacional a través de su obra, al tiempo que indagaba en la mente del propio artista-ejecutor por medio de una rotunda introspección directa. Con la base del pensamiento de Salvador de Madariaga se comenzó la equiparación del alma del artista con su entorno histórico, la representación de “lo verdadero” (la situación interna y personal fusionada con el conflicto público) frente a “lo falso” (la sinestesia, la abrumadora red social de dispendio pecuniario que ya mencionaba Susan Buck-Morrs), respondiendo así a una situación mundial tremendamente conflictiva. Emerge entonces de las aguas de la creatividad más personal, el Intrarrealismo.

La prisión - La guerra de las galaxias (1978)

La prisión. La guerra de las galaxias (1978), de Juan Antonio Guirado. Imagen: descubirielarte.es

Para sus seguidores no se trata de una crítica directa ni una contestación reflexiva a una situación compleja, si no que se centra en la búsqueda del orden en el propio caos (tanto privado como estatal); los matices críticos, incluso con tendencias radicales, hacia una sociedad que se ha extasiado demasiado tiempo en el mundo de lo “pop” (navegando hacia la frivolidad y la intrascendencia del consumismo), son otra de las características más latentes de este movimiento, así como de Guirado.

Precisamente será Juan Antonio Guirado quien, entremezclando el simbolismo de Salvador Dalí, la solemnidad de Max Ernst o el claroscuro de El Greco con la pincelada de Gauguin, el pragmatismo de Kandinsky, la efervescencia del expresionismo abstracto y las leves alboradas de surrealismo, logrará la magna fusión entre la introversión pictórica, la implicación social y la inclemente realidad.

Las influencias se distinguen activamente en su obra junto a un dominio magistral de las más variadas gamas cromáticas, calculadas astutamente en las tonalidades complementarias para suscitar desasosiego en el espectador y establecer una comparativa silenciosa entre esta zozobra y el conflicto bélico; la masa se hace eco y partícipe a la sazón de sus propios sentimientos, los del artista y los de el entorno en el que vive adormecido por una falsa impresión de seguridad.

Silencios latentes

Silencios latentes (1999), de Juan Antonio Guirado. Imagen: descubrirelarte.es

En cada una de sus obras hay mucho más que un referente pictórico pues Guirado nos muestra la materialidad de infinitos pormenores, un juego de capas sin fin que se va desmarañando a medida que el espectador fija su atención en sus heterogéneos ejes visuales.

Pero como ya supondremos su carrera pictórica no comenzó con este movimiento si no que despuntó poco a poco en su pincelada crítica, pasando previamente por periodos de aprendizaje tremendamente híbridos; entonces, he aquí la segunda pregunta: ¿cuál será el inicio y la evolución de Juan Antonio Guirado?

El origen se remonta a la tierna edad de 10 años, cuando comienza sus estudios en la escuela de arte de José Nogué de Córdoba, siguiendo una clara línea recta hacia el estudio de Joaquín Segarra, el maestro Baldomero Romero Ressendi y por último, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. En estos primeros años, su principal protagonista icónico será el mundo taurino, muy pronto desbancado por la influencia del impresionismo y el Renacimiento que conocerá en sus viajes a París e Italia con veinte años. De vuelta a Madrid, centrará su oficio en la realización de bocetos de monumentos emblemáticos con fines turísticos y será precisamente mientras desarrollaba esta actividad en la zona del Arco de Cuchilleros, que una pareja estadounidense descubrirá su talento y promoverá sus primeros encargos. Su traslado a Nueva York (avivado por la situación política y social que se vive en su España natal) le abrirá las puertas del éxito con exposiciones en la Soler Gallery y el hotel Fontainebleau de Miami, entre otros.

Divagación. Beréberes, 1995

Divagación. Beréberes (1995), de Juan Antonio Guirado. Imagen: descubrirelarte.es

Sus pasos le llevan hasta Sidney (Australía), donde descubrirá el misticismo oriental y la filosofía hindú, dos raíces culturales que marcarán para siempre su obra en el empleo de pinceladas fuertemente diluidas y contrastadas; será en 1970 cuando comience una etapa nueva, pasando de la figuración al “surrealismo futurista” y cambiando su paleta por gamas más neutras y suaves (de las que utilizará un máximo de tres tonalidades por lienzo) de manera que su pintura rápidamente transmuta del materialismo al realismo visionario.

Con el paso del tiempo, el artista evolucionará hacia una clara implicación social, llegando en los últimos años de su vida a pintar en las calles de Almería junto a un numeroso grupo de autores locales con los que compartía contactos y referencias. Siempre atento a la realidad social y buscando la reflexión de quien observa su obra, son destacables las series en las que los desmanes contra el medio ambiente dan lugar a escenarios desolados. Su preocupación por la política y la crítica social le llevaron a la ejecución de una de sus más mordaces y extraordinarias obras: “Locos por el dólar” de 1989, obra con la que Guirado comenzará (por fin y realmente) a definirse como intrarrealista.

Locos por el dólar (1989), de Juan Antonio Guirado. Imagen: pinterest.es

Locos por el dólar (1989), de Juan Antonio Guirado. Imagen: pinterest.es

Su virtuosismo y sensibilidad innata le han permitido transitar por distintos caminos que pasan del realismo a la forma intrarrealista a lo largo de los años, y que dan lugar a una pintura rica y universal, que él mismo definirá como la única forma de entender el mundo, siempre visionando el entorno por medio de un tercer ojo, “el ojo de la mente”. Guirado tiene la capacidad singular de hacer reflexionar al espectador sobre las cuestiones esenciales del ser humano; “¿de qué está hecha la materia que nos rodea?

¿Quiénes somos? ¿Qué deseamos? ¿Llegaremos a desvaneceremos? ¿Qué ocurrirá entonces? ¿Recibiremos castigo por nuestra soberbia, o en cambio tan solo seremos un pasajero más en este viaje hacia la destrucción del mundo?”… son sólo algunas de las preguntas que nos plantea su obra, que debemos deshilar y desestructurar en cada mirada hasta encontrar una respuesta única e intrínseca que, como el propio autor comentaba, tan sólo nosotros mismos podremos encontrar.

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