Poema: Los girasoles se despluman

Aquellas hojas mías enterradas en la tierra:

Vieron luz sombría en el jardín de las madreselvas.

 

Entre las formas de marfil y el hielo

de la acequia los ojos secos de cielo, nievan.

 

¡Cuánta nada! canta la madre en la azotea

y solea la blanca camisa donde se desnuda la sangre.

 

Escapan las pompas de mercurio sobre la piedra

Donde las viejas enjugan los pecados del mundo.

 

Huele como el mar de alfileres. Cruje la teja.

Allí las criaturas se tumban y cuentan:

 

El lunar, el vacío, la media sonriente y la cuna.

Si se menta la memoria de algún ahogado

 

Sus brazos, sus piernas, su sexo pueden tras la muerte

despeinar los cabellos del río donde todo es Luna

 

y todo duele. Dejarán crecer en su torso amapolas.

El trigo y los gusanos se parecen a los que ya no están.

 

Las nubes no reparan en los ojos de los que siembran:

Allí abajo todo es de color y de seda. Duele el hambre.

 

Duele por todas las estrellas en las que la niña

Ve a su abuelo ¡Cuánta dulzura para el filo de la ceniza!

 

En el ocaso pierden todas sus alas

¡En el ocaso! La madreselva

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