Entrevista a Yann Leto
Leto es uno de esos artistas rebeldes, disruptivos y que te estampan dosis de realidad en la cara como si de tortazos se tratara. Este creador francés, afincado en Zaragoza desde el 2005, parece llevar a cabo una declaración de intenciones acerca del estado de la humanidad en el siglo XXI. Conozcámoslo un poco mejor.
-En primer lugar: ¿Cómo dirías que comenzó todo? ¿Cómo fueron tus orígenes?
-Estudié Bellas Artes en Burdeos a finales de los 90, pero no cuajó y no acabe los estudios porque la enseñanza allí es muy elitista y si no encajas te lo hacen sentir. Llegué a España en 2005 para montar un negocio y volví a tener esas ganas de pintar. Podemos decir que fue en España cuando empecé a construirme como artista.
-¿Cómo surge la inquietud de abandonar Francia y venirte a vivir a España?
-Tenía un trabajo en Burdeos que ya no me interesaba y la otra razón de mi traslado en ese momento fue sentimental. Francia es un país al que sigo muy ligado, y de hecho tengo planes para presentar mi trabajo allí al año que viene, pero también es un país muy cerrado. Ahora con el clima social y político que se avecina estoy convencido que mi decisión fue la correcta.
-¿Cómo definirías tu obra?
-Mi medio principal es la pintura, pero también trabajo con instalación. Me gusta poder tener esa libertad, ya que según la idea y el concepto que va surgiendo, lo adapto al medio más apropiado para su comprensión. Mi pintura es densa, detallada y funciona a modo de collage. Los encuentros entre los elementos de la obra son tan claros que desaparecen los huecos y los planos sin pintura del cuadro. Me gusta acumular en varios discos duros cantidades de imágenes extraída de google y recortes de prensa, como si se tratara de un coleccionismo enfermizo, y es este material lo que construye mi obra. No suele imponerme reglas de ningún tipo y tampoco me es fácil definirte mi obra; aunque sí es cierto que se acerca más a la figuración y a la pintura social.
-¿Cuáles dirías que son tus referentes?
-Tengo una gran admiración por Martin Kippenberger. Por su pintura pero también por la manera en la que enfoco su vida, haciendo de ella una acción continúa. Me fascina la obra de Albert Oehlen, Philipp Guston y Picasso. Pero también tengo referentes fuera del ámbito del arte y la pintura como pueden ser Lemmy Kilmister, Johnny Cash o GG Allin.
Mi hijo también me enseña muchas cosas. Si tenemos en cuenta que un referente es lo que te mantiene inspirado, puedo decir que él es un claro referente en mi vida.
-Tu trabajo tiende a gamas cromáticas muy coloridas y a una especie de barroquismo figurativo que a veces roza la claustrofobia. ¿Esto responde a algún tipo de discurso?
-Sí, es cierto que mi pintura tiene un contenido que, por la acumulación de información, puede llegar a rozar la indigestión. Tiene su razón de ser: me gusta recordar al que se encuentra enfrente de un cuadro mío que estamos sujetos a diario a un torrente de información, imágenes y vídeos, de los que no podemos asimilar ni un 30%. Me gusta recopilar datos e imágenes en carpetas y, a través de un trabajo de copia/proyecta/pega, intento construir la obra según avanzó, sin ningún tipo de bocetos previos. Mi obra tiene que estar marcada por la inmediatez, la improvisación y la acumulación. En cuanto al color, no tiene ningún tipo de estudios previos. No me interesa seguir un proceso cromático coherente. La incoherencia y la ausencia de reglas me excitan más.
-La crítica es una de tus temáticas más usadas, ¿con cuál te sentiste más a gusto llevándola acabo?
-Es curioso pero no me siento un artista polémico o crítico y menos político. Me siento más cercano a la pintura social. Pienso que mi obra no denuncia nada, solo ofrece una reflexión sobre la condición humana. Como un estudio social a través de la pintura o la instalación. Puede que en alguna obra haya estado más involucrado, pero vivo igual que el resto. Hay cosas que me indignan como al “commun des mortels”, entonces en vez de publicarlo en las redes sociales, me encierro en el estudio…