Todos nos odiamos
Ortografía a lametones
Creo que uno de los pilares fundamentales de todo ser humano debería ser escribir correctamente, respetando la ortografía, orden de las palabras y su correcto uso. Y no hace falta que seáis un Baudelaire, un Hemingway o un Fitzgerald. Me vale con que seáis una Stephanie Meyer.
Porque la ortografía y la semántica son verdaderamente cruciales. Siento irme por los derroteros clásicos, ser una prostituta del buen hacer y, probablemente, como se dice en la jerga de Internet, un grammar nazi o nazi ortográfico, pero es que me pongo realmente cuitado cuando veo el mal uso de las dulces palabras, sobretodo en esta generación que acontece. Se me hincha la vena del cuello, en serio, y, a veces, hasta las pelotas. En ciertas ocasiones no puedo ni sentarme.
Y es que, por ejemplo, no es lo mismo “hay” que “ahí” o “ay”, porque la diferencia radica en terminar la EGB o no, ser concursante de Gran Hermano o compartir genes con los tertulianos de Sálvame. Tampoco es lo mismo un tanga que una tangana, porque las tanganas se tienen con los sujetadores, para abrirlos. Que me lo digan a mí. Y así el resto de palabras que suenan igual pero que no significan lo mismo.
Así mismo es importante no omitir detalles, porque no es igual comerse un rabo que comerse un rabo de toro. Al igual que no podemos obviar letras, porque de abrir una vaina, para comer un guisante, podemos abrir una vagina, para comer una almeja. Sé que son unos ejemplos un poco radicales, pero, joder, que me peguen un tiro si no hay casos peores.
Por otro lado, la correcta puntuación de los textos, puede darle un significado totalmente distinto a nuestra oración. Empecemos por las interrogaciones, por ejemplo. Imagina que estás yaciendo en el lecho con alguien (follando, por si no había quedado claro) y se pueden decir cosas con significados totalmente opuestos, dependiendo de si usamos o no interrogantes, véase: “Ay, ya está” y “Ay, ¿ya está?” Puedes pasar de orgullo a eyaculador precoz con dos simples signos de interrogación.
Las comas, cómo no, son de una importancia inmensa, también. El sentido de la frase puede cambiar completamente si no tenemos cuidado con su correcta colocación. Volviendo al tema del cunnilingus, no es lo mismo “Voy a comer, cojones” que “Voy a comer cojones” o “Te quiero, joder” que “Te quiero joder”.
Como uno de los últimos a tratar, saliendo un poco del tema ortográfico, hay que criticar también los eufemismos. Escribe las cosas como son y si se ofende alguien se la escribes igual de nuevo. Recuerdo una vez, le ofrecí un cigarrillo a una moza y luego de eso me dijo: “Si quieres luego me puedo fumar otra cosa”. No sabéis lo perplejo que me quede, no por el hecho en sí de recibir una maravillosa felación, sino porque, esta bella mujer, con su boca dispuesta, tuviera vergüenza a decir lo que me quería hacer. Yo le respondí: “¿Hablas de hacerme una jodida mamada? Dale, coño, no te cortes”.
Terminamos con las abreviaciones. Por favor, por la santa trinidad que tengo en mis pantalones, no pongáis “lol” ni “tkm” ni “pq” ni todas esas mierdas que ha traído consigo la era digital. Pon:“!Ja, ja, ja¡” , “te quiero mucho” y “porque”. No cuesta nada, en serio, lo prometo. Cuesta más levantarse por las mañanas u orinar con una fabulosa erección. Nada de abreviaciones. Y, como mención especial, a todas las personas que escriben “por ke”, os odio, desde lo más profundo de mi alma.
Enga bsos tkm.
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